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¿Qué es el sueño y por qué es tan importante? – Agencia de Noticias Órbita

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El año pasado fue devastador para la inmensa mayoría del país, dejando como evidencia que más del 73% de niños se han visto afectados en su salud mental tras la cuarentena por pandemia. Y es que, según el informe desarrollado por UNICEF, los adultos en el Perú también han sufrido problemas en su salud mental y emocional durante la pandemia.

Así mismo, especialistas del hospital Almenara confirmaron que más del 70% de adultos que asisten a consultorios externos por problemas mentales evidencian alteraciones de sueño y conduce a problemas psiquiátricos más graves.

Sin duda, la pandemia incrementó las enfermedades de salud mental como la ansiedad, la depresión y los problemas para conciliar el sueño. Por ello, Dra. Laura Río Martínez, doctora en Psicología Clínica y de la Salud y docente-colaboradora del Máster Universitario en Neuropsicología Clínica de VIU responde algunas preguntas al respecto.

En primer lugar, es interesante señalar que el sueño no es una función como a veces se piensa, sino un estado fisiológico diferente a la vigilia. Así, se trata de un fenómeno activo durante el cual se producen cambios en diversas funciones.

Por otra parte, la cantidad de horas de sueño que necesita dormir cada persona es variable. Por ejemplo, un recién nacido duerme una media de 16 horas, mientras que en las personas ancianas la media se sitúa entre 5 y 6 (lo que hace necesario, generalmente, un período de descanso diurno o siesta). Si bien es cierto que las personas adultas necesitan de media entre 7 y 8 horas al día, existen lo que llamamos “cortas dormidoras”, que tienen suficiente con 6 horas, y “largas dormidoras”, que necesitan entre 9 y 10 horas para estar bien” comenta la profesional.

El sueño es un estado que ocupa aproximadamente un tercio de nuestras vidas y resulta imprescindible para la supervivencia. Así, la privación de sueño tiene consecuencias negativas que pueden llegar a ser fatales.

“Cuando dormimos menos tiempo del que necesitamos, podemos experimentar dificultades atencionales y para la consolidación de nuevos aprendizajes, problemas de memoria y para la toma de decisiones, alteraciones anímicas, irritabilidad, dificultades en la coordinación, etc. Así, se ha comparado el estado de privación de sueño con un estado de intoxicación alcohólica. Además, la somnolencia y el deterioro cognitivos asociados a la privación de sueño provocan un incremento en el número de errores, accidentes laborales y de tráfico.”

“Los efectos de la privación de sueño son mayores a medida que aumenta el tiempo. En el caso de una privación prolongada, se han observado alteraciones del sistema inmunitario o en las respuestas de dolor, alteraciones metabólicas y endocrinas y un incremento de la probabilidad de sufrir trastornos cardiovasculares y de salud mental, entre otros” Finaliza la experta de VIU.

¿Qué son los sueños y por qué soñamos?

Los sueños están formados en parte por contenidos que hay en la memoria de la persona, a los que se suma información procedente del entorno. Así, elementos externos que están presentes en ese momento se introducen dentro del sueño, siendo esto especialmente frecuente en el caso de los sonidos.

Lo que sí sabemos es que las personas que recuerdan sus sueños hablan siempre de imágenes, y un 65% habla también de sonidos y sensaciones auditivas, mientras que la intervención de otros sentidos es mucho menor. Además, también se experimentan emociones y cambios en las frecuencias respiratoria y cardíaca.

Por otra parte, si bien soñamos a lo largo de todas las etapas del sueño, solemos recordar aquellos sueños más cercanos al despertar, que ocurren durante las últimas etapas de la fase REM.

¿Qué son esas ‘sacudidas’ o sensación violenta de caer que muchos hemos experimentado al momento de quedarnos dormidos?

Esta experiencia se llama espasmo mioclónico o sacudida hipnagógica. Se trata de un fenómeno habitual que no debe preocuparnos, que responde a una contracción muscular involuntaria, fuerte y repentina.

Las personas que experimentan sacudidas hipnagógicas relatan, casi siempre, una sensación de caída al vacío. Además, a veces están presentes alucinaciones hipnagógicas, sudoración, elevación de la frecuencia cardíaca y respiración acelerada.

El término hipnagógico hace referencia a la transición entre la vigilia y el sueño, ya que este fenómeno se produce en el momento en que nos estamos quedando dormidos. En ese momento, el cerebro todavía mantiene cierto estado de alerta y se producen numerosos cambios en variables como el tono muscular o la frecuencia cardíaca. Así, parece que las sacudidas podrían responder a un intento del cerebro por seguir controlando el cuerpo.

Si bien esta experiencia aparece con más frecuencia en la infancia, se ha constatado en personas de todas las edades y se ha asociado a etapas de estrés psicológico o fisiológicos, consumo de estimulantes como la cafeína o a hábitos de sueño poco adecuados, pero de momento no se conoce su causa.

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Mi opinión de la semana en FINDE NIUS (año 3 – finde 103)

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Mi opinión sobre las noticias de la semana FINDENIUS (Año 3, Finde 103 – 7/4/2024) – Hablo de: Marlon Brando, la venta de segunda mano, la Calima y mi recomendación videoclip de «Mala ft. Virginia Guantanamera» de TABAIBA

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«Ni el tirano de Moscú, ni el tirano de Caracas», por José Antonio Torres Iriarte

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El comunismo internacional, adscrito a la Tercera Internacional, fue derrotado políticamente cuando cayó el «Muro de Berlín», se disolvió la URSS, se consumó la reunificación alemana y los países de Europa del Este abandonaron la planificación centralizada, optando por la democracia y la economía de mercado. Para un sector de los historiadores del siglo XX, la centuria anterior concluye en 1991, cuando tuvo su punto final la llamada «guerra fría».

Hoy el mundo comprueba cómo un líder autoritario como Vladimir Putin, enarbolando las banderas nacionalistas, decide invadir Ucrania bajo pretexto de defender la seguridad nacional ante el avance de la OTAN y una influencia cada vez mayor de Occidente en los territorios que fueron parte de la URSS o que pertenecieron a la zona de influencia soviética. Lo cierto es que ni la internacionalización de la economía ni la revolución tecnológica en curso han significado el fin de los nacionalismos en el mundo.

La Rusia de los Zares a inicios del siglo XX, posteriormente la Unión Soviética liderando la llamada «revolución bolchevique» en todo el mundo, ni el Ejército Rojo tomando Berlín en 1945, pueden ser negados como hechos relevantes en la historia del último siglo. La Federación Rusa ocupa el asiento que antes tuvo la Unión Soviética en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Si bien es cierto que la economía rusa ha quedado rezagada respecto a las principales economías globales, no puede olvidarse que Rusia sigue siendo una potencia nuclear.

En un escenario internacional cambiante, ha surgido la República Popular China con su enorme fuerza productiva y su cada vez mayor presencia en América Latina y África; así como también la India, con una población ligeramente mayor que China. Rusia no pretende ser actualmente un promotor del comunismo internacional en el mundo; sin embargo, no ha abandonado la cooperación y el asesoramiento militar en América Latina.

Por otro lado, los Estados Unidos desde los años del presidente Clinton pretendieron liderar la expansión de la libertad en el mundo; sin embargo, la Iniciativa de las Américas y el ALCA fracasaron ante el surgimiento en América Latina de gobiernos adscritos al llamado «socialismo del siglo XXI», representados en el Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla. El marxismo-leninismo, inspirador del castrismo y dogma para los movimientos guerrilleros de la década de los sesenta, fueron replegándose militarmente o devinieron con el tiempo en brazo armado del narcotráfico, como ocurrió en Colombia.

Fidel Castro hábilmente, en los años noventa, ante el colapso de la economía cubana, apostó por abrir la economía cubana a la inversión hotelera y el sector turismo; pero sobre todo optó por desarrollar otras estrategias políticas, alentando el posicionamiento de líderes sindicales como Lula en Brasil o caudillos militares como Hugo Chávez en Venezuela. Fidel Castro no tuvo reparo en recibir a Juan Pablo II en 1998, como muestra de apertura política y religiosa.

Mientras se desarrollaban reformas económicas en Rusia, en Europa se daban pasos seguros hacia la Unión Europea y el establecimiento del euro como moneda única. La Unión Europea incorporó a países de Europa del Este y amplió el radio de influencia de la OTAN, dejándose atrás el Pacto de Varsovia. La globalización de la economía se impuso en un contexto de conflictos nacionalistas o «guerras de baja intensidad», como la ocurrida en los Balcanes. El terrorismo internacional sorprendió al mundo en el 2001, así como la invasión de Irak marcó una época.

En el plano ideológico, los otrora partidos comunistas dejaron de lado las tesis de la dictadura del proletariado y la lucha de clases. El neomarxismo desde la academia y los organismos no gubernamentales desde la llamada «sociedad civil» ganan espacio político y desarrollan un nuevo discurso que se sintetiza en el derecho al aborto, la ideología de género, el matrimonio igualitario, la eutanasia, el cambio climático, la protección del medio ambiente, los Derechos Humanos y muchos campos más.

En un mundo marcado por el internet y las redes sociales, los multimillonarios o magnates de la globalización han decidido financiar los proyectos de cooperación internacional con una mirada supuestamente progresista. Fundaciones, ONG, gobiernos de Occidente y los organismos internacionales adscritos a la Unión Europea y al Sistema de Naciones Unidas cada vez están más alineados con conceptos ideológicos convertidos en fundamento de las novedosas políticas públicas diseñadas.

Si en el pasado el Fondo Monetario Internacional imponía Ajustes Estructurales en las economías de América Latina, hoy la cooperación internacional pretende virtualmente imponer políticas sesgadas que incluso pueden colisionar con las libertades fundamentales. Lo cierto es que todos aquellos que militaron en partidos y movimientos de izquierda marxista hace unas décadas; hoy son los gestores de organismos no gubernamentales presentes de modo hegemónico en el plano internacional y en la vida nacional de nuestros países.

En el Perú, los otrora integrantes de la Izquierda Unida que en 1985 postuló con poco éxito a Alfonso Barrantes Lingán a la presidencia de la República (frente a Alan García) son actualmente los líderes de la «costra caviar» que deciden la suerte de la política nacional. Diego García Sayán, desde una posición discreta, y Gustavo Gorriti, desde el Instituto de Defensa Legal, junto con decenas de ex militantes de la Izquierda Unida de los años ochenta y cuadros políticos y activistas más jóvenes, son los voceros de un sin número de ONG que pretenden erigirse en autoridad moral y censores de la política nacional.

Si Occidente equivocadamente creyó que los nacionalismos serían superados por el crecimiento económico, la reducción de la pobreza, la revolución tecnológica y el avance de la libertad en el mundo; ocurre lo mismo en el plano ideológico ante el avance de un globalismo avasallador financiado irresponsablemente, sobre todo «por los nuevos ricos» en tiempos de crecimiento del comercio internacional. La agenda de Naciones Unidas esconde una ideología que pretende imponerse por encima de valores fundamentales como la libertad humana y la familia.

El presidente Joe Biden está lejos de ser un líder que defiende la libertad, por ello su gobierno no tuvo reparo en acercarse y llegar a acuerdos con el dictador Nicolás Maduro, levantando parte importante de las sanciones económicas impuestas. Biden confió en que el gobierno venezolano convocaría a elecciones libres y transparentes. Hoy la tiranía de Caracas se mantiene fuerte, impidiendo la postulación de María Corina Machado a la presidencia; del mismo modo, Díaz Canel reprime al pueblo cubano, así como lo hace la pareja Ortega-Murillo en Nicaragua. Las tiranías deben ser depuestas en el mundo. Ni el tirano de Moscú, ni el tirano de Caracas deben prevalecer. Es el momento de defendernos de las tiranías, del globalismo avasallador y de las nuevas formas de imperialismo.

José Antonio Torres Iriarte
Abogado y analista político

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