México es sacudido por una terrible ola de violencia, con balaceras, asesinatos, incendios y bloqueos de carreteras, debido a dos hechos que tienen que ver con el narcotráfico. El primero, la captura de Ovidio Guzmán, hijo del “Chapo” y uno de los líderes del cartel de Sinaloa, en Culiacán. El segundo, la muerte de Ernesto Alfredo Piñón de la Cruz, “El Neto”, cabecilla de “Los Mexicles”, uno de los 29 presos que fugaron del penal El Cereso 3, en Ciudad Juárez, estado de Chihuahua.
La difícil situación hace recordar lo ocurrido en 2019, cuando la Guardia Nacional detuvo a Ovidio Guzmán y la presión de los narcos obligó al Gobierno a liberarlo para evitar ataques a la población civil, en un día negro que se conoció como el “Culiacanazo”.
Esta vez, la crisis es de similar gravedad y hasta un avión recibió un impacto de bala. Las autoridades de Culiacán han suspendido las clases escolares y todos los servicios en la ciudad. El gobernador, Rubén Rocha, invocó a la gente que no salga de su casa y mantenga la calma. Mientras que la embajada de Estados Unidos en México ha emitido una alerta y pide a sus ciudadanos “no viajar” a Sinaloa.
“Le pedimos a la sociedad a que se resguarde y evitar salir de sus viviendas o zonas seguras”, dijo el secretario de Seguridad Pública de Sinaloa, Cristóbal Castañeda, ante los hechos violentos que vienen ocurriendo.
En Ciudad Juárez, tras el operativo en el que resultó abatido “El Neto”, en la madrugada de este jueves, también ha dejado una ola de asesinatos con la quema de vehículos, tiendas comerciales y bloqueo de vías de comunicación. La población está aterrorizada.
El Departamento de Seguridad Nacional de los Estados Unidos logró una alianza con el estado de Nebraska para ampliar el espacio de detención para “extranjeros criminales” detenidos por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE).
Esta es la tercera alianza estatal que ICE logra luego de las prisiones de “Alligator Alcatraz” en Miami y “Speedway Slammer” en Indiana y la nueva instalación será apodada como “Cornhusker”.
En la mayor ofensiva aérea desde el inicio de la guerra, en febrero del 2022, las fuerzas de Rusia lanzaron más de 500 misiles y drones contra Kiev, la capital de Ucrania, dejando al menos 23 heridos y causando gran destrucción e incendios en zonas urbanas.
El alcalde de Kiev, Vitali Klitschko, informó que las explosiones provocaron incendios, daños materiales y la caída de fragmentos de proyectiles en múltiples zonas residenciales. Agregó que 15 de los heridos fueron hospitalizados y otros cinco reciben atención ambulatoria.
Según Timur Tkachenko, jefe de la Administración Militar de la Ciudad de Kiev (KMVA), al menos 13 puntos de los distritos de Solomyanskyi, Svyatoshynskyi, Darnytskyi, Dniprovskyi y Shevchenkivskyi resultaron afectados. Agregó que entre los heridos se encuentran hombres y mujeres de entre 25 y 57 años, con lesiones como politraumatismos, quemaduras y heridas cortantes.
El ataque comenzó hacia las 21:30 horas (local) del jueves, e incluyó el uso de drones Shahed y misiles balísticos. Las defensas aéreas ucranianas fueron activadas repetidamente durante la noche.
En el distrito de Solomyanskyi, se registraron incendios en techos de edificios y vehículos incendiados en patios residenciales. En Darnytskyi cayeron fragmentos de drones. Algunos restos fueron hallados cerca de instituciones educativas y viviendas.
Estos ataques se producen luego de informarse de una charla que sostuvieron los presidentes de Estados Unidos, Donald Trump, de Rusia, Vladimir Putin. Ayer, el mandatario de Ucrania, Vladímir Zelensky, dijo haber acordado con Trump fortalecer la defensa aérea ucraniana.