El presidente de Ecuador, el conservador Guillermo Lasso, acusado de presunta corrupción y cuestionado por el caos político y social, así como la creciente ola de delincuencia que enfrenta su país, compareció ayer ante la Asamblea Nacional (Congreso) en un juicio político que lo dejó al borde de la destitución.
Ante la representación nacional ecuatoriana, Lasso proclamó su “total, evidente e incuestionable inocencia” en el presunto delito de peculado por el que la oposición de izquierda lo enjuicia políticamente con miras a destituirlo. “No hay pruebas ni testimonios relevantes”, manifestó.
“Esos acusadores que han querido tomarse el poder hasta por cuatro ocasiones en dos años de mi gobierno, esos acusadores que han sido impulsados por un sobrehumano rencor, si ellos jamás fueron capaces de encontrar nada, entonces solo se puede concluir que no hay nada que encontrar, absolutamente nada”, agregó.
El juicio es impulsado por el correísmo a través de la bancada Unión por la Esperanza (Unes) y por el conservador Partido Social Cristiano (PSC), antiguo aliado electoral de Lasso en las últimas presidenciales. La mayoría opositora requiere el voto de 92 de los 137 asambleístas para aprobar una moción de censura y destituirlo.
La Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador pide la censura y destitución por las siguientes razones: “el 90% de la población ecuatoriana lo rechaza; el 70% está en desempleo; 6 millones de familias viven en pobreza; 200 mil salieron del Ecuador; 4,000 muertes violentas en dos años de gobierno; y falta de medicinas e insumos en hospitales; y asesinaros y criminalización de los luchadores sociales, entre otras”.
El Departamento de Seguridad Nacional de los Estados Unidos logró una alianza con el estado de Nebraska para ampliar el espacio de detención para “extranjeros criminales” detenidos por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE).
Esta es la tercera alianza estatal que ICE logra luego de las prisiones de “Alligator Alcatraz” en Miami y “Speedway Slammer” en Indiana y la nueva instalación será apodada como “Cornhusker”.
En la mayor ofensiva aérea desde el inicio de la guerra, en febrero del 2022, las fuerzas de Rusia lanzaron más de 500 misiles y drones contra Kiev, la capital de Ucrania, dejando al menos 23 heridos y causando gran destrucción e incendios en zonas urbanas.
El alcalde de Kiev, Vitali Klitschko, informó que las explosiones provocaron incendios, daños materiales y la caída de fragmentos de proyectiles en múltiples zonas residenciales. Agregó que 15 de los heridos fueron hospitalizados y otros cinco reciben atención ambulatoria.
Según Timur Tkachenko, jefe de la Administración Militar de la Ciudad de Kiev (KMVA), al menos 13 puntos de los distritos de Solomyanskyi, Svyatoshynskyi, Darnytskyi, Dniprovskyi y Shevchenkivskyi resultaron afectados. Agregó que entre los heridos se encuentran hombres y mujeres de entre 25 y 57 años, con lesiones como politraumatismos, quemaduras y heridas cortantes.
El ataque comenzó hacia las 21:30 horas (local) del jueves, e incluyó el uso de drones Shahed y misiles balísticos. Las defensas aéreas ucranianas fueron activadas repetidamente durante la noche.
En el distrito de Solomyanskyi, se registraron incendios en techos de edificios y vehículos incendiados en patios residenciales. En Darnytskyi cayeron fragmentos de drones. Algunos restos fueron hallados cerca de instituciones educativas y viviendas.
Estos ataques se producen luego de informarse de una charla que sostuvieron los presidentes de Estados Unidos, Donald Trump, de Rusia, Vladimir Putin. Ayer, el mandatario de Ucrania, Vladímir Zelensky, dijo haber acordado con Trump fortalecer la defensa aérea ucraniana.