Mi relato
EL POTAJITO DE VERDURAS
ha sido publicado en la Revista Literaria Aguaviva.
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REVISTA LITERARIA AGUAVIVA
Y, próximamente, será editado en formato fanzine.
Junín.- El día que Gardalia Quispe Guillermo y las agricultoras de la comunidad Acopalca, ubicada a una hora y media de Huancayo, en Junín, vieron brotar las primeras huamanpintas y borrajas se abrazaron de alegría. Era el inicio del proyecto HampiPacha, palabra quechua que significa “tierra que sana”, y que busca, a través del uso de plantas medicinales y prácticas ancestrales, darles a ellas y a sus familias salud y bienestar.
“HampiPacha consiste en el cultivo sostenible de plantas medicinales en peligro de extinción y brindar oportunidades laborales y económicas a las mujeres de Acopalca. Para lograrlo, hicimos una alianza estratégica con la municipalidad para la obtención de dos parcelas en las cuales trabajan las agricultoras”, explica Gardalia, de 22 años de edad, estudiante de Enfermería en la Universidad Nacional del Centro del Perú (UNCP) y becaria del Programa Nacional de Becas y Crédito Educativo (Pronabec) del Ministerio de Educación.
Gardalia desarrolla este proyecto junto a Madeleyn Huachos Borja, Zadith Delgadillo Lázaro y Samuel Torres Quispe, estudiantes de Sociología, Ingeniería en Industrias Alimentarias e Ingeniería Forestal, respectivamente, de la UNCP.
Son 27 mujeres las que participan en HampiPacha y que corresponden a la casi de totalidad de igual número de familias de toda la comunidad de unos 500 habitantes. Todas son madres. Por eso, Gardalia las llama “las madres del Huaytapallana”, porque Acopalca es el único centro poblado que se ubica exactamente a los pies de este impresionante nevado de la cordillera de los Andes peruanos, que llega a una altura de 5550 m s. n. m.
HampiPacha nació desde la vocación de Gardalia por la enfermería comunitaria. “Mi interés es cómo ayudar a las comunidades a prevenir enfermedades y promocionar la salud. Son las personas más vulnerables. Aquí en Acopalca, por ejemplo, no hay un centro de salud. Hay que viajar una hora y media para encontrarlo”, explica la joven.
Al inicio, Gardalia, junto a sus compañeros, pensaron en implementar un botiquín comunal con plantas medicinales. Para ello, realizaron un estudio previo y advirtieron que la huamanpinta y la borraja estaban desapareciendo, frente a ello decidieron desarrollar cultivos sostenibles. Reunieron los conocimientos ancestrales sobre las propiedades de las flores de dichas plantas para crear productos medicinales que atiendan problemas respiratorios, que son muy frecuentes en esta zona.
La Beca Permanencia
Gardalia vive en Huancayo, pero creció en la comunidad de Alta Chinari, distrito del Perené, provincia de Chanchamayo, en Junín. Allí, corría de niña descalza y jugaba fútbol, como suele hacerlo ahora cada vez que puede. Con el inicio de la pandemia del COVID-19, su familia y ella regresaron a su hogar. Por la crisis sanitaria, Gardalia no puede comunicarse con “las madres del Huaytapallana” porque en Acopalca no llega la señal telefónica. Está buscando encontrarse otra vez con ellas.
Pero el 2020 también trajo otras noticias a su vida. Ganó la Beca Permanencia del Pronabec por su alto rendimiento académico. “Agradezco bastante esta oportunidad. Con el dinero que me están dando puedo inscribirme, por ejemplo, a un curso de metodologías ágiles. Yo sentía que jamás iba a llevar ese tipo de cursos. Me ayudará a potenciar mi proyecto”, expresa la joven talento.
“HampiPacha” fue seleccionado por la incubadora de empresas de la UNCP y también se está presentando a otros concursos de emprendimiento, ya que es su objetivo es convertirse en líder nacional en el desarrollo de productos ecológicos en comunidades andinas. Por ser una propuesta tan innovadora, seguro que pronto lo logrará.
Gardalia pensó en quechua cuando nombró a “HampiPacha”: tierra que sana. Ella, en la actualidad, estudia este idioma de nuestros antepasados para perfeccionarlo, al igual que el ashaninka. Sabe que el trabajo en las comunidades no puede estar separado por la lengua, porque para comprender a su pueblo hay que hablar el mismo idioma y también comunicarse con el corazón como ella sabe hacerlo.
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El municipio advierte la existencia de ‘colectivos’ que trasladan pasajeros y bicicletas hasta la cima del morro. La ATU afirma que no cuentan con autorización para realizar el servicio de transporte ni tienen las condiciones adecuadas. El Comercio verificó que algunas combis arrastran papeletas y sus choferes han sido multados. Los ciclistas, por su parte, piden que se escuche su postura para encontrar una solución.
Más que un mirador natural con vistas privilegiadas de la costa del Pacífico, el Morro Solar de Chorrillos es un espacio emblemático declarado zona histórica intangible e integrante del Patrimonio Cultural de la Nación desde 1986. También es uno de los destinos favoritos para la práctica del ciclismo de montaña y downhill. Hoy, sin embargo, es escenario de una controversia entre la municipalidad distrital y un grupo de deportistas, debido al ingreso de combis que ofrecen subir bicicletas y ciclistas hasta la cima del morro.
De acuerdo a la Municipalidad de Chorrillos, estas combis operan como colectivos informales, cobrando entre S/7 y S/8 por viaje, sin tener permiso alguno de la Autoridad de Transporte Urbano (ATU). Además, se ha alertado que circulan sin SOAT para pasajeros, sin revisión técnica vigente, y transportan hasta 12 personas con bicicletas en el interior.
El municipio recuerda que, según la Ordenanza Municipal N.º 332‑2018, la vía que sube al Morro Solar solo puede ser utilizada por vehículos autorizados con fines de mantenimiento. Ingresar sin autorización constituye una infracción grave que puede ser sancionada con una multa de S/5,350 y la retención del vehículo.
Durante recientes intervenciones, la ATU y la Policía Nacional calificaron este tipo de traslado como un servicio informal y fuera de la normativa vigente. Según verificó El Comercio, algunas de las combis involucradas —como las de placas AUL‑338 y W2K‑065— tienen multas previas por circular en sentido contrario, no pasar la revisión técnica o brindar transporte sin autorización. Incluso figuran papeletas impagas.
En medio de la polémica, los ciclistas han salido a defender su práctica. Jean Pierre Guzmán, deportista con 40 años de experiencia, explicó que no todos los aficionados tienen vehículo propio y que subir pedaleando es físicamente inviable para muchos. Por ello, pidió que las autoridades habiliten un sistema formal, regulado y seguro para acceder al punto de partida de las rutas de descenso.
“Después de la pandemia, este deporte ha ayudado mucho a la salud mental. No queremos conflictos, solo soluciones”, afirmó.
📝 Con información de El Comercio.
📍 Redacción Limaaldia.pe
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