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Confrontemos política e ideológicamente.Por: José Antonio Torres Iriarte

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El gobierno de Pedro Castillo tiene claro sus objetivos políticos y de modo progresivo va camino hacia la toma del poder, el control de las instituciones y la tolerancia frente a una falsa protesta social, que utiliza la violencia como signo de presión política. El poder Ejecutivo no prioriza la reactivación económica, ni la eficiencia en el gasto público, ni impulsa los proyectos de inversión con alta rentabilidad social, ni crea las condiciones adecuadas para sentar las bases del crecimiento económico.

Luego de 100 días de gestión, Pedro Castillo no exhibe logros, pero sí acciones políticas orientadas a la desestabilización del país y en el plano internacional prioriza las relaciones con la dictadura de Nicolás Maduro y el gobierno del Movimiento al Socialismo (MAS) de Arce y Evo Morales.

La visita oficial de Pedro Castillo a Bolivia; sella los lazos de dos gobiernos que tienen en común el promover la ampliación ilimitada de los cultivos de la hoja de coca; con el propósito de afianzar la presencia de ambos países en los mercados internacionales del tráfico ilícito de drogas; a ello se suma una supuesta integración energética gasífera, que en nuestro concepto representa la cesión de derechos del Perú hacía el país altiplánico, cuyas reservas probadas de gas a la fecha han disminuido significativamente.

No seamos ingenuos, Perú Libre como partido marxista leninista, tiene en común con el MAS de Bolivia, el uso de un discurso político que pretende reivindicar a quechuas y aymaras, a los pueblos originarios, el uso ancestral de la hoja de coca; como parte de proyectos políticos autoritarios, que requieren como paso inicial, la aprobación de una nueva Constitución que viabilice la toma del poder y el control de las instituciones tutelares, impidiendo el goce de libertades ciudadanas.

Evo Morales no tuvo reparo en forzar su reelección de modo fraudulento en las elecciones de Octubre del 2019, renunciando finalmente a la presidencia de la República en un contexto de crisis política y social; sin embargo luego de un gobierno de transición, en la actualidad bajo a administración de Luis Arce, ejerce un liderazgo fuerte al interior del gobierno y más aún se toma la libertad de visitar nuestro país con frecuencia, con la complacencia del gobierno peruano, realizando trabajo proselitista en pro de la convocatoria a una Asamblea Constituyente que establezca en nuestro país un estado plurinacional.

Creo que el Ministro de Relaciones Exteriores debe informar al Congreso, sobre lo tratado por el presidente Castillo en su visita oficial a Bolivia, enfatizando los alcances de la cooperación en materia de la industria gasífera; más aún cuando el gobierno opta por el silencio y el Jefe de Estado no concede declaraciones a la prensa nacional y extranjera.

La premier Mirtha Vásquez logró que la representación nacional, le otorgara el voto de confianza luego de un largo debate; que puso de manifiesto la falta de coherencia política de grupos parlamentarios como Acción Popular, Alianza para el Progreso y Podemos en especial, que siendo aparentemente muy críticos del gobierno; sin embargo terminaron votando por la confianza.
Perú Libre siendo la primera minoría en el Congreso, demostró que la bancada parlamentaria integrada por seguidores y militantes del cerronismo, han optado por presionar políticamente a Pedro Castillo, recordándole que la línea política y el liderazgo al interior del gobierno, debe estar en manos del partido que hizo posible que un dirigente magisterial, sin ejecutoria política llegara a ser elegido presidente.

La izquierda comunista en nuestro país, no logro nunca organizar un partido político de masas y disciplinado. Desde el partido comunista pro soviético, tuvieron su mejor expresión orgánica en la llamada Izquierda Unida que lideró Alfonso Barrantes en los años ochenta, proceso que eclosionó en pocos años; por ello no debe llamar la atención que eventualmente se produzca una escisión en el grupo parlamentario Perú Libre.

Mirtha Vásquez no es una demócrata, como militante del Frente Amplio fue parte del «verdadero golpe» perpetrado por una minoría congresal hace un año, cuando luego de haberse aprobado con una contundente votación la vacancia presidencial de Martín Vizcarra; con la presión de marchas callejeras violentistas alentadas por los grandes medios de comunicación, se logró imponer una nueva Mesa Directiva del Congreso en un contexto de crisis política derivada por la renuncia de Manuel Merino a la presidencia.

Cuando se escriba, dejando de lado los apasionamientos políticos, la historia de los acontecimientos ocurridos en nuestro país hace un año, comprobaremos como la coalición vizcarrista pudo recuperar el poder, utilizando la mentira, la presión mediática, la violencia, denunciando falsamente la desaparición de decenas de personas y sobre todo haciendo uso político de la muerte de dos manifestantes, para poner fin a un gobierno de transición que estoy seguro hubiera conducido con transparencia el proceso electoral e impedido la impunidad, respecto al gobierno de Martín Vizcarra.

El Frente Amplio tuvo activa participación en los gobiernos de Vizcarra y Sagasti, no olvidemos al Ministro de Salud Víctor Zamora (militante del Frente Amplio) y que Mirtha Vásquez fue elegida presidenta del Congreso en la lista que presidió Francisco Sagasti. Cómo explicar que un partido sin representación parlamentaria, pueda estar representado en el actual gabinete, por la premier y por el ministro Pedro Francke.

El Perú necesita de partidos políticos con vocación democrática, con ideario, con militancia activa, que sean capaces de impulsar un proyecto nacional de largo plazo. La última semana se puso de manifiesto como Acción Popular, que no fue capaz de respaldar en su momento al presidente Manuel Merino; no tuvo reparo en dar el voto de confianza al gabinete Vásquez.

El Perú necesita que la ciudadanía se movilice en defensa de la libertad, siendo capaz de confrontar política e ideológicamente con quienes representan un proyecto autoritario, que impondrá una dictadura y empobrecerá al país.

Por: José Antonio Torres Iriarte

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Mi opinión de la semana en FINDE NIUS (año 3 – finde 103)

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Mi opinión sobre las noticias de la semana FINDENIUS (Año 3, Finde 103 – 7/4/2024) – Hablo de: Marlon Brando, la venta de segunda mano, la Calima y mi recomendación videoclip de «Mala ft. Virginia Guantanamera» de TABAIBA

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«Ni el tirano de Moscú, ni el tirano de Caracas», por José Antonio Torres Iriarte

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El comunismo internacional, adscrito a la Tercera Internacional, fue derrotado políticamente cuando cayó el «Muro de Berlín», se disolvió la URSS, se consumó la reunificación alemana y los países de Europa del Este abandonaron la planificación centralizada, optando por la democracia y la economía de mercado. Para un sector de los historiadores del siglo XX, la centuria anterior concluye en 1991, cuando tuvo su punto final la llamada «guerra fría».

Hoy el mundo comprueba cómo un líder autoritario como Vladimir Putin, enarbolando las banderas nacionalistas, decide invadir Ucrania bajo pretexto de defender la seguridad nacional ante el avance de la OTAN y una influencia cada vez mayor de Occidente en los territorios que fueron parte de la URSS o que pertenecieron a la zona de influencia soviética. Lo cierto es que ni la internacionalización de la economía ni la revolución tecnológica en curso han significado el fin de los nacionalismos en el mundo.

La Rusia de los Zares a inicios del siglo XX, posteriormente la Unión Soviética liderando la llamada «revolución bolchevique» en todo el mundo, ni el Ejército Rojo tomando Berlín en 1945, pueden ser negados como hechos relevantes en la historia del último siglo. La Federación Rusa ocupa el asiento que antes tuvo la Unión Soviética en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Si bien es cierto que la economía rusa ha quedado rezagada respecto a las principales economías globales, no puede olvidarse que Rusia sigue siendo una potencia nuclear.

En un escenario internacional cambiante, ha surgido la República Popular China con su enorme fuerza productiva y su cada vez mayor presencia en América Latina y África; así como también la India, con una población ligeramente mayor que China. Rusia no pretende ser actualmente un promotor del comunismo internacional en el mundo; sin embargo, no ha abandonado la cooperación y el asesoramiento militar en América Latina.

Por otro lado, los Estados Unidos desde los años del presidente Clinton pretendieron liderar la expansión de la libertad en el mundo; sin embargo, la Iniciativa de las Américas y el ALCA fracasaron ante el surgimiento en América Latina de gobiernos adscritos al llamado «socialismo del siglo XXI», representados en el Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla. El marxismo-leninismo, inspirador del castrismo y dogma para los movimientos guerrilleros de la década de los sesenta, fueron replegándose militarmente o devinieron con el tiempo en brazo armado del narcotráfico, como ocurrió en Colombia.

Fidel Castro hábilmente, en los años noventa, ante el colapso de la economía cubana, apostó por abrir la economía cubana a la inversión hotelera y el sector turismo; pero sobre todo optó por desarrollar otras estrategias políticas, alentando el posicionamiento de líderes sindicales como Lula en Brasil o caudillos militares como Hugo Chávez en Venezuela. Fidel Castro no tuvo reparo en recibir a Juan Pablo II en 1998, como muestra de apertura política y religiosa.

Mientras se desarrollaban reformas económicas en Rusia, en Europa se daban pasos seguros hacia la Unión Europea y el establecimiento del euro como moneda única. La Unión Europea incorporó a países de Europa del Este y amplió el radio de influencia de la OTAN, dejándose atrás el Pacto de Varsovia. La globalización de la economía se impuso en un contexto de conflictos nacionalistas o «guerras de baja intensidad», como la ocurrida en los Balcanes. El terrorismo internacional sorprendió al mundo en el 2001, así como la invasión de Irak marcó una época.

En el plano ideológico, los otrora partidos comunistas dejaron de lado las tesis de la dictadura del proletariado y la lucha de clases. El neomarxismo desde la academia y los organismos no gubernamentales desde la llamada «sociedad civil» ganan espacio político y desarrollan un nuevo discurso que se sintetiza en el derecho al aborto, la ideología de género, el matrimonio igualitario, la eutanasia, el cambio climático, la protección del medio ambiente, los Derechos Humanos y muchos campos más.

En un mundo marcado por el internet y las redes sociales, los multimillonarios o magnates de la globalización han decidido financiar los proyectos de cooperación internacional con una mirada supuestamente progresista. Fundaciones, ONG, gobiernos de Occidente y los organismos internacionales adscritos a la Unión Europea y al Sistema de Naciones Unidas cada vez están más alineados con conceptos ideológicos convertidos en fundamento de las novedosas políticas públicas diseñadas.

Si en el pasado el Fondo Monetario Internacional imponía Ajustes Estructurales en las economías de América Latina, hoy la cooperación internacional pretende virtualmente imponer políticas sesgadas que incluso pueden colisionar con las libertades fundamentales. Lo cierto es que todos aquellos que militaron en partidos y movimientos de izquierda marxista hace unas décadas; hoy son los gestores de organismos no gubernamentales presentes de modo hegemónico en el plano internacional y en la vida nacional de nuestros países.

En el Perú, los otrora integrantes de la Izquierda Unida que en 1985 postuló con poco éxito a Alfonso Barrantes Lingán a la presidencia de la República (frente a Alan García) son actualmente los líderes de la «costra caviar» que deciden la suerte de la política nacional. Diego García Sayán, desde una posición discreta, y Gustavo Gorriti, desde el Instituto de Defensa Legal, junto con decenas de ex militantes de la Izquierda Unida de los años ochenta y cuadros políticos y activistas más jóvenes, son los voceros de un sin número de ONG que pretenden erigirse en autoridad moral y censores de la política nacional.

Si Occidente equivocadamente creyó que los nacionalismos serían superados por el crecimiento económico, la reducción de la pobreza, la revolución tecnológica y el avance de la libertad en el mundo; ocurre lo mismo en el plano ideológico ante el avance de un globalismo avasallador financiado irresponsablemente, sobre todo «por los nuevos ricos» en tiempos de crecimiento del comercio internacional. La agenda de Naciones Unidas esconde una ideología que pretende imponerse por encima de valores fundamentales como la libertad humana y la familia.

El presidente Joe Biden está lejos de ser un líder que defiende la libertad, por ello su gobierno no tuvo reparo en acercarse y llegar a acuerdos con el dictador Nicolás Maduro, levantando parte importante de las sanciones económicas impuestas. Biden confió en que el gobierno venezolano convocaría a elecciones libres y transparentes. Hoy la tiranía de Caracas se mantiene fuerte, impidiendo la postulación de María Corina Machado a la presidencia; del mismo modo, Díaz Canel reprime al pueblo cubano, así como lo hace la pareja Ortega-Murillo en Nicaragua. Las tiranías deben ser depuestas en el mundo. Ni el tirano de Moscú, ni el tirano de Caracas deben prevalecer. Es el momento de defendernos de las tiranías, del globalismo avasallador y de las nuevas formas de imperialismo.

José Antonio Torres Iriarte
Abogado y analista político

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