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Perú inicia erradicación de cultivos ilegales de hoja de coca por primera vez en el Putumayo, en frontera con Colombia
Labores de erradicación se extendieron a esta zona de Loreto, con destrucción de frondosos plantones de coca.
El Ministerio del Interior, a través del Proyecto Especial de Control y Reducción del Cultivo de la Coca en el Alto Huallaga (Corah), inició por primera vez las labores de erradicación de los cultivos ilegales de hoja de coca en la zona del Putumayo, Loreto, en la frontera con Colombia.
Desde el último martes, los trabajadores del Corah, junto a las unidades élites de la Policía Nacional y el acompañamiento de la Fiscalía Especial de Tráfico Ilícito de Drogas, intervinieron en el sector Bellavista e iniciaron sus labores con la erradicación de una hectárea de cultivos ilegales, lo que representa el primer paso en el proceso de erradicación en dicha zona de frontera.
El ministro del Interior, Vicente Romero, adelantó hace unos días el inicio de los trabajos de erradicación en esta zona de frontera con Colombia, como parte de la intensificación de las acciones del Ejecutivo contra las organizaciones criminales dedicadas al narcotráfico, que buscan expandir su ilícito negocio a nuevos espacios del territorio nacional.
Hasta antes de la mencionada intervención, los trabajos de erradicación desde inicio de 2023, estaban focalizados en tres ejes operacionales: Callería (Ucayali), Constitución (Pasco y Huánuco) y Santa Lucía (San Martín).
De acuerdo con el informe de erradicación, en esta primera operación en el Putumayo, los plantones de coca tenían una altura de hasta 2.50 metros, eran muy frondosos y estaban listas para ser cosechados en los próximos 20 días.
Durante el operativo de erradicación se logró intervenir una vivienda rústica ubicada en una esquina de la parcela de coca, en cuyo interior se encontró insumos químicos y diversos materiales para el cultivo y procesamiento de la hoja de coca, entre ellos una compresora utilizada para la fumigación de las plantas, la mejora del crecimiento y el control de plagas, y una motoguadaña moderna.
Avances en meta anual de erradicación
Con la ampliación de labores en el Putumayo, el Corah ha logrado erradicar 12 116.95 hectáreas de plantaciones ilegales de hoja de coca, como resultado del trabajo conjunto con la Policía Nacional del Perú.
Esta importante reducción del espacio cocalero ha evitado la producción de más de 113 toneladas de clorhidrato de cocaína, y representa un avance de más del 60 % de la nueva meta anual de 25 mil hectáreas, anunciada recientemente por el Ejecutivo.
Como parte del trabajo coordinado con la Policía Nacional y la Fiscalía Especializada, el proyecto Corah ha intervenido 6502 parcelas de hoja de coca ilegal y ha logrado la destrucción de ocho laboratorios rústicos para elaboración de droga.
Los trabajos seguirán realizándose en lo que resta del año, como parte del “Plan Anual de Reducción del Espacio Cocalero Ilegal: Promoviendo la Sostenibilidad Ambiental y Social en el Perú 2023”, aprobado por el Mininter, en el marco de la “Política Nacional contra las Drogas al 2030”.
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Un romance en agua con cloro: Tatiana y su profesor de natación
De lunes a viernes mi madre solía llevar a mi hermana y a mí al Club B en Trujillo. El club era uno de los pocos lugares en la ciudad donde se podía entrenar natación de forma profesional. Mi madre soñaba con hacer de nosotros dos nadadores profesionales. La verdad es que durante los cinco años ininterrumpidos en los que practicamos natación mi hermana llegó a formar parte del equipo del club y yo, llegué solo hasta el pre equipo. Claro, ello ocurrió debido a que me mudé a Lima casi en mi último año de primaria a diferencia de ella que se mantuvo practicando natación por unos años más.
Cuando ella y yo cursábamos primaria, solíamos llegar con mi madre al club todos los días minutos antes de las seis de la mañana. Mi madre pagaba por aquella época cerca de cien soles al mes por ambos, así que a mi hermana y a mí solo nos quedaba aprovechar la posibilidad de entrenar un deporte con un instructor casi personalizado. Éramos un grupo reducido de cerca de ocho niños los que acudíamos a diario al club y usábamos el mismo carril. Además de nosotros, naturalmente, se encontraban otros niños con mayor destreza y experiencia que estaban a cargo de otros entrenadores. Tanto los niños con mayor expertis como nosotros recibíamos lecciones constantes y una preparación semi profesional previa a nuestro nado del día. Empezábamos cerca de las seis de la mañana y culminábamos a las ocho o, a veces, nueve de la mañana. A la hora que terminábamos era el momento en el que ingresaban los alumnos que recién estaban aprendiendo a nadar por primera vez o que veían al deporte solo como un pasatiempo.
Uno de los niños que se encontraban más avanzados en el deporte era Kelvin Fernández. Era un año mayor que yo y dos años mayor que mi hermana. De hecho, él estudiaba en nuestro mismo colegio. Mientras nadábamos, nunca hablamos con él. Luego de que me mudara a Lima, años más tarde, me enteré que mi hermana se volvió su amiga de alguna forma, pero en lo que a mí respecta, nunca estrechamos conversación alguna. Probablemente la razón principal era debido a que las zonas donde dejábamos nuestras mochilas estaba dividida implícitamente: los niños más avanzados dejaban sus cosas en las bancas cercanas a la piscina y nosotros lo hacíamos detrás de ellos.
Sin embargo, lo que más les llamaba la atención a las madres de los nadadores no eran sus hijos o los amigos de sus hijos (con quienes compartían carril), sino la madre de Kelvin. La señora Tatiana llegaba todos los días al club, pero a diferencia de las demás madres que se sentaban a conversar o compartir alguna comida, ella ingresaba a uno de los carriles de la piscina semi olímpica a nadar; sí, a entrenar como un niño o niña más. Y claro, la señora Tatiana tenía nivel y experiencia. Claramente, no era una nadadora amateur. Eso tampoco significaba que estaba en la línea de quienes iban a las competencias y traían medallas, pero era una nadadora consecuente y que no se rendía. La señora Tatiana era como yo en aquel entonces. Me había percatado que teníamos tiempos similares cuando nadábamos. Para la mayoría de niños, la señora Tatiana y yo éramos lentos, pero la diferencia entre ella y yo era abismal: ella superaba los cuarenta años y yo apenas tenía siete cumplidos.
El docente de Tatiana era el propietario del club. Mientras los demás alumnos teníamos docentes más jóvenes y menos experimentados, Tatiana tenía al docente más importante de la institución que era, además, familiar directo de un ex jugador olímpico. Las mamás siempre comentaban que entre Tatiana y el dueño del club existía una química especial, decían que entre ambos había nacido el amor. Pero nadie hablaba del tema en voz alta por respeto a Kelvin.
Una mañana salíamos del club mi madre, mi hermana y yo. Siempre lo hacíamos con premura para llegar a casa temprano y luego poder alistarnos para ir a la primaria, que era en horario tarde. Sin embargo, aquella mañana, nos demoramos un poco más en cambiarnos y, por consiguiente, mi madre decidió comprarnos un desayuno en la cafetería del club para tomar nuestros alimentos en el horario correspondiente y no afectar nuestra digestión. Nos ubicamos en una de las mesas entrantes de la cafetería y pedimos tres sándwiches: dos para mí y uno para mi hermana. Cuando ya íbamos a retirarnos, vimos a una pareja ingresar y sentarse a nuestro costado. Eran Tatiana y su profesor (o el dueño, mejor dicho). Mientras mi madre pagaba, con mi hermana presenciamos un beso entre ambos y desde ahí, ya no cabían más dudas. En medio de la piscina había nacido el amor.
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Productora de Moquegua alcanza medalla de oro en el extranjero con soporte técnico de PRODUCE
El aceite de oliva peruano vuelve a brillar en el escenario mundial. La Unidad Productiva Alvarado Colque Mariel Cristina, bajo la marca “Agroindustrias Majuelo”, obtuvo la Medalla de Oro en el prestigioso Buenos Aires International Olive Oil Competition (BAIOOC) 2025, uno de los concursos más importantes de la región.
Al respecto, el ministro de la Producción, César Quispe señaló: “Este reconocimiento demuestra que el talento y la calidad de nuestros pequeños productores pueden competir de igual a igual con los mejores del mundo. Desde PRODUCE seguiremos impulsando la innovación y el valor agregado en todas las regiones del país.”
Este reconocimiento internacional destaca el esfuerzo de la productora Mariel Cristina Alvarado Colque, del valle de Ilo (Moquegua), quien bajo el acompañamiento técnico especializado del CITEagroindustrial Moquegua, del Instituto Tecnológico de la Producción (ITP), del Ministerio de la Producción (Produce), logró elevar la calidad y competitividad de su aceite de oliva frente a productores de Argentina, Italia, Croacia, Suiza y otros países.
El aceite premiado es un blend que combina las variedades Empeltre (90%) y Sevillana (10%), presentado en la categoría Light or Delicate. Proviene del lote producido el 31 de marzo de 2025, elaborado con estrictos estándares de inocuidad y cosechado de olivos centenarios del Fundo Majuelo de Santo Domingo, en el valle de Ilo.
La empresaria señaló que este premio refleja el esfuerzo constante por transformar los frutos del fundo en productos de alta calidad, y destacó que su aceite de oliva extra virgen se obtiene a través de un proceso riguroso: cosecha selectiva, manejo adecuado de variedades y prácticas que aseguran inocuidad.
Asimismo, subrayó que su AOVE destaca por su riqueza en antioxidantes y grasas saludables, cualidades que impulsan a promover un mayor consumo de aceite de oliva en la población.
Este logro es resultado directo de la articulación entre la empresa y el Estado. El CITEagroindustrial Moquegua ha brindado servicios esenciales para fortalecer las capacidades de la productora, tales como: soporte productivo en elaboración de aceite de oliva extra virgen, asistencia técnica en gestión de la calidad (BPM, PHS, registro sanitario), charlas y capacitaciones especializadas, ensayos de laboratorio para control de calidad y transferencias tecnológicas para mejorar sus procesos productivos.
El acompañamiento del CITE ha sido clave para asegurar procesos de extracción inocuos y garantizar que el aceite cumpla con los exigentes estándares internacionales.
El aceite de oliva ganador se suma a la oferta de productos saludables y artesanales desarrollados por la empresaria como: néctares funcionales (néctar de mango; néctar de mango con maracuyá) y derivados del olivo (aceitunas de mesa y pastas de aceituna con hierbas aromáticas).
A través del CITEagroindustrial Moquegua, solo de enero a octubre del 2025, se han realizado más de 890 servicios especializados, llegando a más de 190 clientes quienes se han beneficiado con los servicios tecnológicos del CITE.
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