Sam Altman, protagonista de una particular historia de exilio y regreso en el mundo empresarial, ha retornado a OpenAI en tiempo récord, tras su sorprendente despido. Este retorno, que ha reconfigurado la dirección corporativa de la startup a la vanguardia de la Inteligencia Artificial, resulta beneficioso para Microsoft.

Tras su despido, la junta directiva de OpenAI, antes caracterizada por su enfoque altruista y su deber fiduciario hacia la humanidad, se ha transformado en una estructura más convencional, alineada con los estándares de empresas tecnológicas. Con nueve puestos, posiblemente con la presencia de Microsoft, la junta ahora cuenta con figuras como Bret Taylor y Larry Summers, experimentados en la gestión de necesidades inversoras.

Aunque aún no se ha confirmado el destino de los tres miembros independientes que expulsaron a Altman, la nueva composición de la junta sugiere un giro hacia una gestión más orientada a los intereses de inversores como Microsoft. Los esfuerzos previos de OpenAI por equilibrar su naturaleza híbrida entre empresa con fines de lucro y organización sin fines de lucro fueron, según algunos analistas, una tarea complicada desde el principio.

La inversión de mil millones de dólares de Microsoft en 2019, seguida por otros 10.000 millones en 2022 para adquirir el 49% de OpenAI, fue una apuesta arriesgada para el CEO Satya Nadella. A pesar de la posibilidad de que la junta destituyera a Altman, Nadella comprometió la inversión, consciente de que una nueva dirección en el futuro podría ser más receptiva a los intereses de Microsoft.

LEA TAMBIÉN: OpenAI anuncia la vuelta de Sam Altman como CEO días después de haberlo despedido

La jugada maestra de Microsoft

La reciente contratación temporal de Altman y su presidente, Greg Brockman, por parte de Microsoft para liderar una nueva división de IA avanzada, generó controversia. Aunque muchos vieron esto como un golpe magistral para Microsoft al “adquirir” uno de los equipos de IA más talentosos del mundo por aproximadamente cero dólares, la realidad es más compleja.

El personal de OpenAI no habría salido gratis, ya que eran empleados con salarios considerablemente elevados. Además, Esta asociación habría cargado a Microsoft con más riesgos, ya que OpenAI asumía las críticas legales y de reputación por implementar sistemas avanzados de IA, como ChatGPT y DALL-E 2.

La asociación de Microsoft con OpenAI funcionó porque permitía a la startup asumir dichos riesgos, algo que los gigantes tecnológicos como Google y Microsoft de Alphabet han sido reacios a hacer. 

Sin embargo, al regresar a su asociación original de no intervención, Microsoft obtiene el prestigio sin asumir la responsabilidad y, además, ejerce un mayor control. Este acuerdo resulta mucho más ventajoso que tener a OpenAI internamente, con sus jóvenes visionarios lidiando con la burocracia de un gigante tecnológico.

Ahora Nadella puede agradecer en silencio a la junta directiva sin fines de lucro de OpenAI por desencadenar todo este alboroto. El resultado no solo es positivo, sino que fortalece la posición de Microsoft en la carrera de la inteligencia artificial.

LEA TAMBIÉN: OpenAI, creadora de ChatGPT, despide a su fundador y CEO, Sam Altman