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Opinión: MIEDO A LAS REDES SOCIALES

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            A mucha gente que me conoce le sorprenderá que diga que le tengo MIEDO a las Redes Sociales. Miedo así escrito, en mayúsculas. Y no se me caerá el anillo el día que tenga que cerrarlas cuando vea que socavan mi felicidad. Las leyes que las gobiernan no son las dictadas por la comunidad, que va, que va. Tiene sus propias normas y tienes que conocerlas y aceptarlas. Y si insisto en decirles que tengo miedo es porque las conozco bastante. En este artículo focalizaré en una de ellas, en la que se puede, con total impunidad, sacar lo peor de las personas amparándose en un perfil falso: El Twitter.

            Una red llena de “trolls” (los que se centran en molestar constantemente a los usuarios, que publican tweets sin ningún tipo de malicia), “haters” (personas que muestran sistemáticamente actitudes negativas u hostiles ante cualquier asunto), acosadores, desestabilizadores políticos y toda una fauna que puede, llegado el momento, amargarnos la existencia si caes en sus garras.

            Y eso me ha pasado a mí estos días. Y, de verdad que tengo miedo hasta el punto que no sé si tendré que cerrar mi cuenta, por lo menos un tiempo, como tuvieron que hacer Ed Sheran, Adele, Miguel Bosé, Andrés Calamaro o hasta la influencer Dulceida que vive de ello. Les cuento. En el mes de abril, ingenuamente y defendiendo, como siempre haré, mi tierra canaria; se me ocurrió corregir públicamente en un tuit la “gracieta” de una muy conocidísima actriz de nuestro panorama televisivo que dijo algo así como que en Canarias no tenemos museos. Me indignó su ignorancia o su falta de respeto (aunque de verdad pienso que fue uno de esos chistecillos que se sueltan sin pensar y que los dices sin maldad). Como verán he omitido el nombre de esa persona por le tengo M-I-E-D-O. A ella y a su legión de seguidores.

            Ocho meses después, resulta que ella misma (o el representante que lleve su cuenta de twitter) responde que nunca ha dicho eso y que le demuestre dónde lo dijo. Después, el consabido bombardeo de sus fieles a intentar demoler mi respeto. Y ahí está mi fallo por falta de malicia. No hice una captura de ese programa emitido en prime-time a nivel nacional, para tener como demostrar mis afirmaciones. Tuve que buscarlo obsesivamente para poder protegerme llegado el caso, hasta que lo encontré. ¿Cómo puede ser que, teniendo el video que me daría la razón, no me atreva a defender mi derecho a la verdad? Pues por eso mismo, si la veracidad es tan relativa en un mundo real subjetivizado, imagínense en las redes sociales en el que el poseedor de la misma es el que tenga más seguidores para darle la razón. Un sinsentido que hay que aceptar desde que te haces una cuenta.

Por supuesto que no he entrado a contestarle ni a ella ni a las decenas de sus seguidores que han empezado una campaña de acoso a mi cuenta llamándome, en el más educado de los casos, “farsante”. Si ella se hubiera limitado a preguntarme “dónde lo dijo”, le hubiera dado la reseña con todo respeto, pero no. Ella publicó en su tuit “que nunca había dicho eso” con lo cual, al llamarme mentiroso le dio la “orden” a todos sus esbirros para que iniciaran la captura de la presa.

Y les aseguro que les tengo miedo porque las verdaderas armas de las redes sociales no son la verdad y la credibilidad, no. Las armas son el acoso y el desprestigio. Y enzarzarme en una disputa dialéctica con esta actriz es tan insensato como que la República de Biafra le declare la guerra a Estados Unidos. Sus followers aplastarían mi reputación irremisiblemente en un pis-pas. Y tengo miedo a que eso pase. Son muchos años de integridad para que, en un día, un grupo de personas que no me conoce de nada la destrocen. No es justo.

            Que sí. Que aprendí la lección. Que no puede uno hacerse el gracioso a costa de otro sin aceptar las consecuencias. Seguiré la misma estrategia que cuando una ONG me pidió que difundiera un comunicado y, luego, lo trataron de bulo argumentando que no me habían dicho nada. Lo que haré será dejar que pase la ola y salir a flote después. Pero que esta señora lo que dijo, lo dijo; y que en Canarias tenemos museos, los tenemos.

Luis Alberto Serrano
@MiPropiaLuna@luisalserrano

PUBLICADO EN:
29-12-2021 – Norte Gran Canaria [LEER]
29-12-2021 – Noticanarias [LEER]
29-12-2021 – Noticias al día y a la hora [LEER]
29-12-2021 – Mex Newz [LEER]
29-12-2021 – Canarias Noticias [LEER]
29-12-2021 – El Periódico de Canarias [LEER]
29-12-2021 – El Regional [LEER]
29-12-2021 – Maspalomas Ahora [LEER]
29-12-2021 – La Voz de La Palma [LEER]
29-12-2021 – Noticias Hoy [LEER]
30-12-2021 – Biosfera Digital [LEER]
30-12-2021 – Central Web [LEER]
30-12-2021 – El Blogo Feroz [LEER]
30-12-2021 – Kiosco Insular [LEER]
30-12-2021 – El Ateneo de los amigos de Larra [LEER]
30-12-2021 – Diario Alicante [LEER]
30-12-2021 – Digital Faro Canarias [LEER]
30-12-2021 – El Digital Sur [LEER]
30-12-2021 – Tamboril News [LEER]

Agradecimientos:
Fernando Malaxechevarría, Sebastián Martín, Domingo Gil, Omar Mohamed, Sandra Regalado, Antonio Guimaraes, Carlos A. Ortiz, Felipe González Muñoz, José Ramón, Sergio Rico, Mary León y Gaudis Sánchez.

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Mi opinión de la semana en FINDE NIUS (año 3 – finde 103)

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Mi opinión sobre las noticias de la semana FINDENIUS (Año 3, Finde 103 – 7/4/2024) – Hablo de: Marlon Brando, la venta de segunda mano, la Calima y mi recomendación videoclip de «Mala ft. Virginia Guantanamera» de TABAIBA

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«Ni el tirano de Moscú, ni el tirano de Caracas», por José Antonio Torres Iriarte

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El comunismo internacional, adscrito a la Tercera Internacional, fue derrotado políticamente cuando cayó el «Muro de Berlín», se disolvió la URSS, se consumó la reunificación alemana y los países de Europa del Este abandonaron la planificación centralizada, optando por la democracia y la economía de mercado. Para un sector de los historiadores del siglo XX, la centuria anterior concluye en 1991, cuando tuvo su punto final la llamada «guerra fría».

Hoy el mundo comprueba cómo un líder autoritario como Vladimir Putin, enarbolando las banderas nacionalistas, decide invadir Ucrania bajo pretexto de defender la seguridad nacional ante el avance de la OTAN y una influencia cada vez mayor de Occidente en los territorios que fueron parte de la URSS o que pertenecieron a la zona de influencia soviética. Lo cierto es que ni la internacionalización de la economía ni la revolución tecnológica en curso han significado el fin de los nacionalismos en el mundo.

La Rusia de los Zares a inicios del siglo XX, posteriormente la Unión Soviética liderando la llamada «revolución bolchevique» en todo el mundo, ni el Ejército Rojo tomando Berlín en 1945, pueden ser negados como hechos relevantes en la historia del último siglo. La Federación Rusa ocupa el asiento que antes tuvo la Unión Soviética en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Si bien es cierto que la economía rusa ha quedado rezagada respecto a las principales economías globales, no puede olvidarse que Rusia sigue siendo una potencia nuclear.

En un escenario internacional cambiante, ha surgido la República Popular China con su enorme fuerza productiva y su cada vez mayor presencia en América Latina y África; así como también la India, con una población ligeramente mayor que China. Rusia no pretende ser actualmente un promotor del comunismo internacional en el mundo; sin embargo, no ha abandonado la cooperación y el asesoramiento militar en América Latina.

Por otro lado, los Estados Unidos desde los años del presidente Clinton pretendieron liderar la expansión de la libertad en el mundo; sin embargo, la Iniciativa de las Américas y el ALCA fracasaron ante el surgimiento en América Latina de gobiernos adscritos al llamado «socialismo del siglo XXI», representados en el Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla. El marxismo-leninismo, inspirador del castrismo y dogma para los movimientos guerrilleros de la década de los sesenta, fueron replegándose militarmente o devinieron con el tiempo en brazo armado del narcotráfico, como ocurrió en Colombia.

Fidel Castro hábilmente, en los años noventa, ante el colapso de la economía cubana, apostó por abrir la economía cubana a la inversión hotelera y el sector turismo; pero sobre todo optó por desarrollar otras estrategias políticas, alentando el posicionamiento de líderes sindicales como Lula en Brasil o caudillos militares como Hugo Chávez en Venezuela. Fidel Castro no tuvo reparo en recibir a Juan Pablo II en 1998, como muestra de apertura política y religiosa.

Mientras se desarrollaban reformas económicas en Rusia, en Europa se daban pasos seguros hacia la Unión Europea y el establecimiento del euro como moneda única. La Unión Europea incorporó a países de Europa del Este y amplió el radio de influencia de la OTAN, dejándose atrás el Pacto de Varsovia. La globalización de la economía se impuso en un contexto de conflictos nacionalistas o «guerras de baja intensidad», como la ocurrida en los Balcanes. El terrorismo internacional sorprendió al mundo en el 2001, así como la invasión de Irak marcó una época.

En el plano ideológico, los otrora partidos comunistas dejaron de lado las tesis de la dictadura del proletariado y la lucha de clases. El neomarxismo desde la academia y los organismos no gubernamentales desde la llamada «sociedad civil» ganan espacio político y desarrollan un nuevo discurso que se sintetiza en el derecho al aborto, la ideología de género, el matrimonio igualitario, la eutanasia, el cambio climático, la protección del medio ambiente, los Derechos Humanos y muchos campos más.

En un mundo marcado por el internet y las redes sociales, los multimillonarios o magnates de la globalización han decidido financiar los proyectos de cooperación internacional con una mirada supuestamente progresista. Fundaciones, ONG, gobiernos de Occidente y los organismos internacionales adscritos a la Unión Europea y al Sistema de Naciones Unidas cada vez están más alineados con conceptos ideológicos convertidos en fundamento de las novedosas políticas públicas diseñadas.

Si en el pasado el Fondo Monetario Internacional imponía Ajustes Estructurales en las economías de América Latina, hoy la cooperación internacional pretende virtualmente imponer políticas sesgadas que incluso pueden colisionar con las libertades fundamentales. Lo cierto es que todos aquellos que militaron en partidos y movimientos de izquierda marxista hace unas décadas; hoy son los gestores de organismos no gubernamentales presentes de modo hegemónico en el plano internacional y en la vida nacional de nuestros países.

En el Perú, los otrora integrantes de la Izquierda Unida que en 1985 postuló con poco éxito a Alfonso Barrantes Lingán a la presidencia de la República (frente a Alan García) son actualmente los líderes de la «costra caviar» que deciden la suerte de la política nacional. Diego García Sayán, desde una posición discreta, y Gustavo Gorriti, desde el Instituto de Defensa Legal, junto con decenas de ex militantes de la Izquierda Unida de los años ochenta y cuadros políticos y activistas más jóvenes, son los voceros de un sin número de ONG que pretenden erigirse en autoridad moral y censores de la política nacional.

Si Occidente equivocadamente creyó que los nacionalismos serían superados por el crecimiento económico, la reducción de la pobreza, la revolución tecnológica y el avance de la libertad en el mundo; ocurre lo mismo en el plano ideológico ante el avance de un globalismo avasallador financiado irresponsablemente, sobre todo «por los nuevos ricos» en tiempos de crecimiento del comercio internacional. La agenda de Naciones Unidas esconde una ideología que pretende imponerse por encima de valores fundamentales como la libertad humana y la familia.

El presidente Joe Biden está lejos de ser un líder que defiende la libertad, por ello su gobierno no tuvo reparo en acercarse y llegar a acuerdos con el dictador Nicolás Maduro, levantando parte importante de las sanciones económicas impuestas. Biden confió en que el gobierno venezolano convocaría a elecciones libres y transparentes. Hoy la tiranía de Caracas se mantiene fuerte, impidiendo la postulación de María Corina Machado a la presidencia; del mismo modo, Díaz Canel reprime al pueblo cubano, así como lo hace la pareja Ortega-Murillo en Nicaragua. Las tiranías deben ser depuestas en el mundo. Ni el tirano de Moscú, ni el tirano de Caracas deben prevalecer. Es el momento de defendernos de las tiranías, del globalismo avasallador y de las nuevas formas de imperialismo.

José Antonio Torres Iriarte
Abogado y analista político

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