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Mayoría de edad debe ser a los 16 años (Opinión)

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Por la Dra. Carmela De Orbegoso (*)

En las sabias palabras del gran jurista español don Luis Jiménez de Azua, puestas en relieve en su obra cumbreLa Ley y el Delito” y para quien la doctrina del derecho cambia y se tiene que adecuar de acuerdo a los tiempos y que yo encuadro en este título que fuera materia de mi libro con proyecto de ley presentado en el Congreso de la Republica respecto a las conductas criminales de adolescentes que se han vuelto hasta feminicidas en la actualidad.

La Ciencia Penal del Derecho ha evolucionado notablemente en el estudio de las ciencias conexas, quedando relegada la teoría penal clásica siendo la penalidad la fuerza coercitiva de la ley y se tiene que adecuar al Siglo XXI de acuerdo a un nuevo modelo y escala del delito en las edades.

Solo así la penalidad será la respuesta de acuerdo al espacio y tiempo histórico que hoy vivimos y esta tesis que proclama la defensa de la vida y el orden social, sustenta que los jóvenes a partir de los dieciséis años tienen plena convicción jurídica cuando quebrantan la ley debiéndose ajustar la penalidad para reprimir el delito juvenil.

La Política

Aristóteles en su obra magna “La Política” señala: “La virtud social es la justicia y todas las demás vienen necesariamente después de ella y como consecuencias”.

También sabiamente, y siguiendo a Aristóteles, nos dice Santo Tomas de Aquino en su obra “Suma Teológica”: “Para aquellos jóvenes que, merced a un natural bondadoso o la buena educación o tal vez con mayor verdad, aun donde el cielo se sienten propensos a los actos de virtud, bastará la disciplina paterna a base de amonestaciones; pero para aquellos otros que son de un natural protervo, que propenden a los vicios, para quienes resulta ineficaz toda persuasión y buen consejo, se hace de todo necesaria la coacción y la amenaza de castigo para que cesen en la práctica del mal”.

De todo lo dicho anteriormente nos preguntamos entonces ¿Cuál es la línea que divide el conocimiento del delito o el crimen entre los 16, 17 y 18 años? En las encuestas y en los récords policiales cada vez son mayores las cifras de adolescentes juveniles delincuentes que componen el crimen organizado y entre otros delitos mayores como comercializar drogas, violar, matar, secuestrar, se ha sumado en los últimos años, el delito de feminicidio.

Sistema de justicia juvenil

Por ello, es necesario evaluar seriamente el sistema de justicia juvenil en nuestro país, pues el derecho penal tiene como función esencial la protección de la vida humana y de bienes jurídicos no solo de manera individual, sino también de la sociedad en su conjunto, lo cual implica que toda persona deba ser sancionada, previo un proceso justo y con el respeto de las garantías procesales de acuerdo a los hechos. Las leyes deben ser reguladas y ordenadas, pues para todo tipo de delito mayor o menor en el delincuente juvenil es una infracción y no un delito.

El Estado y su atención, está en las vacunas de la covid-19 lo cual aplaudimos, pero aparentemente estuvo más inmerso en el tema electoral, y el Ministerio de la Mujer ha descuidado totalmente las políticas preventivas en la defensa a la Mujer y a nuestras Adolescentes contra el feminicidio.

En las últimas 48 horas han sucedido 3 casos de feminicidio y de acuerdo a las estadísticas, el 2021 se inició con 62 feminicidios de víctimas cuyas edades fluctúan entre 18 y 35 años, y siendo por demás desgarrador saber también que de estos crímenes han quedado 67 menores en la orfandad, y muchos de estos niños huérfanos mendigando por las calles y en un futuro incierto para sus vidas.

Tenemos también que, en el año 2,020, se registraron más de 5,500 denuncias de mujeres desaparecidas de las cuales 1,686 son adultas y 3,835 son menores de edad.

La Pandemia

Es alarmante y muy preocupante este número tan alto de mujeres desaparecidas en dicho año, pues nos encontrábamos en un contexto de aguda cuarentena por la pandemia donde se supone que se encontraban en un espacio más seguro que significaban sus hogares, pero con muchísima pena y desconcierto llegamos a la triste conclusión que la pandemia también agudizó la violencia contra la mujer.

Al terminar este artículo, me enteré por las noticias que  un adolescente de 16 años envenenó a su enamorada de 14 años porque estaba esperando un hijo, y podemos apreciar con horror y temor que existen una variedad de delitos nunca antes vistos en esta discriminación a la mujer pues ya no existe edad, raza, ni credo, que se respete para cometer estas atrocidades.

Con la exposición de las variantes y la tipicidad de los actos y conductas punitivas, está demostrado que la mayoría de edad debe ser a los 16 años pues así como le son reconocidos derechos en el Código Civil bien tendrían que responder por sus delitos cometidos.

Después de todo… ¡La Ley educa, la Ley reprime!

(*) Doctora en Derecho – Magister en Derecho Penal.

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Mi opinión de la semana en FINDE NIUS (año 3 – finde 103)

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Mi opinión sobre las noticias de la semana FINDENIUS (Año 3, Finde 103 – 7/4/2024) – Hablo de: Marlon Brando, la venta de segunda mano, la Calima y mi recomendación videoclip de «Mala ft. Virginia Guantanamera» de TABAIBA

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«Ni el tirano de Moscú, ni el tirano de Caracas», por José Antonio Torres Iriarte

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El comunismo internacional, adscrito a la Tercera Internacional, fue derrotado políticamente cuando cayó el «Muro de Berlín», se disolvió la URSS, se consumó la reunificación alemana y los países de Europa del Este abandonaron la planificación centralizada, optando por la democracia y la economía de mercado. Para un sector de los historiadores del siglo XX, la centuria anterior concluye en 1991, cuando tuvo su punto final la llamada «guerra fría».

Hoy el mundo comprueba cómo un líder autoritario como Vladimir Putin, enarbolando las banderas nacionalistas, decide invadir Ucrania bajo pretexto de defender la seguridad nacional ante el avance de la OTAN y una influencia cada vez mayor de Occidente en los territorios que fueron parte de la URSS o que pertenecieron a la zona de influencia soviética. Lo cierto es que ni la internacionalización de la economía ni la revolución tecnológica en curso han significado el fin de los nacionalismos en el mundo.

La Rusia de los Zares a inicios del siglo XX, posteriormente la Unión Soviética liderando la llamada «revolución bolchevique» en todo el mundo, ni el Ejército Rojo tomando Berlín en 1945, pueden ser negados como hechos relevantes en la historia del último siglo. La Federación Rusa ocupa el asiento que antes tuvo la Unión Soviética en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Si bien es cierto que la economía rusa ha quedado rezagada respecto a las principales economías globales, no puede olvidarse que Rusia sigue siendo una potencia nuclear.

En un escenario internacional cambiante, ha surgido la República Popular China con su enorme fuerza productiva y su cada vez mayor presencia en América Latina y África; así como también la India, con una población ligeramente mayor que China. Rusia no pretende ser actualmente un promotor del comunismo internacional en el mundo; sin embargo, no ha abandonado la cooperación y el asesoramiento militar en América Latina.

Por otro lado, los Estados Unidos desde los años del presidente Clinton pretendieron liderar la expansión de la libertad en el mundo; sin embargo, la Iniciativa de las Américas y el ALCA fracasaron ante el surgimiento en América Latina de gobiernos adscritos al llamado «socialismo del siglo XXI», representados en el Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla. El marxismo-leninismo, inspirador del castrismo y dogma para los movimientos guerrilleros de la década de los sesenta, fueron replegándose militarmente o devinieron con el tiempo en brazo armado del narcotráfico, como ocurrió en Colombia.

Fidel Castro hábilmente, en los años noventa, ante el colapso de la economía cubana, apostó por abrir la economía cubana a la inversión hotelera y el sector turismo; pero sobre todo optó por desarrollar otras estrategias políticas, alentando el posicionamiento de líderes sindicales como Lula en Brasil o caudillos militares como Hugo Chávez en Venezuela. Fidel Castro no tuvo reparo en recibir a Juan Pablo II en 1998, como muestra de apertura política y religiosa.

Mientras se desarrollaban reformas económicas en Rusia, en Europa se daban pasos seguros hacia la Unión Europea y el establecimiento del euro como moneda única. La Unión Europea incorporó a países de Europa del Este y amplió el radio de influencia de la OTAN, dejándose atrás el Pacto de Varsovia. La globalización de la economía se impuso en un contexto de conflictos nacionalistas o «guerras de baja intensidad», como la ocurrida en los Balcanes. El terrorismo internacional sorprendió al mundo en el 2001, así como la invasión de Irak marcó una época.

En el plano ideológico, los otrora partidos comunistas dejaron de lado las tesis de la dictadura del proletariado y la lucha de clases. El neomarxismo desde la academia y los organismos no gubernamentales desde la llamada «sociedad civil» ganan espacio político y desarrollan un nuevo discurso que se sintetiza en el derecho al aborto, la ideología de género, el matrimonio igualitario, la eutanasia, el cambio climático, la protección del medio ambiente, los Derechos Humanos y muchos campos más.

En un mundo marcado por el internet y las redes sociales, los multimillonarios o magnates de la globalización han decidido financiar los proyectos de cooperación internacional con una mirada supuestamente progresista. Fundaciones, ONG, gobiernos de Occidente y los organismos internacionales adscritos a la Unión Europea y al Sistema de Naciones Unidas cada vez están más alineados con conceptos ideológicos convertidos en fundamento de las novedosas políticas públicas diseñadas.

Si en el pasado el Fondo Monetario Internacional imponía Ajustes Estructurales en las economías de América Latina, hoy la cooperación internacional pretende virtualmente imponer políticas sesgadas que incluso pueden colisionar con las libertades fundamentales. Lo cierto es que todos aquellos que militaron en partidos y movimientos de izquierda marxista hace unas décadas; hoy son los gestores de organismos no gubernamentales presentes de modo hegemónico en el plano internacional y en la vida nacional de nuestros países.

En el Perú, los otrora integrantes de la Izquierda Unida que en 1985 postuló con poco éxito a Alfonso Barrantes Lingán a la presidencia de la República (frente a Alan García) son actualmente los líderes de la «costra caviar» que deciden la suerte de la política nacional. Diego García Sayán, desde una posición discreta, y Gustavo Gorriti, desde el Instituto de Defensa Legal, junto con decenas de ex militantes de la Izquierda Unida de los años ochenta y cuadros políticos y activistas más jóvenes, son los voceros de un sin número de ONG que pretenden erigirse en autoridad moral y censores de la política nacional.

Si Occidente equivocadamente creyó que los nacionalismos serían superados por el crecimiento económico, la reducción de la pobreza, la revolución tecnológica y el avance de la libertad en el mundo; ocurre lo mismo en el plano ideológico ante el avance de un globalismo avasallador financiado irresponsablemente, sobre todo «por los nuevos ricos» en tiempos de crecimiento del comercio internacional. La agenda de Naciones Unidas esconde una ideología que pretende imponerse por encima de valores fundamentales como la libertad humana y la familia.

El presidente Joe Biden está lejos de ser un líder que defiende la libertad, por ello su gobierno no tuvo reparo en acercarse y llegar a acuerdos con el dictador Nicolás Maduro, levantando parte importante de las sanciones económicas impuestas. Biden confió en que el gobierno venezolano convocaría a elecciones libres y transparentes. Hoy la tiranía de Caracas se mantiene fuerte, impidiendo la postulación de María Corina Machado a la presidencia; del mismo modo, Díaz Canel reprime al pueblo cubano, así como lo hace la pareja Ortega-Murillo en Nicaragua. Las tiranías deben ser depuestas en el mundo. Ni el tirano de Moscú, ni el tirano de Caracas deben prevalecer. Es el momento de defendernos de las tiranías, del globalismo avasallador y de las nuevas formas de imperialismo.

José Antonio Torres Iriarte
Abogado y analista político

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