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Arte y Cultura

Ruraq maki celebra el Día Nacional del Pisco con degustaciones de nuestro licor bandera en tour gastronómico

Limaaldia.pe

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Asistentes podrán probar y adquirir piscos de empresa iqueña fundada hace más de 200 años, chocotejas rellenas de guindón y pisco, y licores de crema de cacao y pisco. También encontrarán vasos.

El Día Nacional del Pisco, que se conmemora este domingo 24 de julio, será parte de la edición especial de “Ruraq maki, hecho a mano”, feria que congrega a 125 artesanos y artistas tradicionales del país, que se realiza en la sede del Ministerio de Cultura del distrito de San Borja hasta el domingo 31 de julio

Como parte del Tour gastronómico dirigido por el Museo de la Gastronomía Peruana en el patio Las Artes, los visitantes podrán degustar tres variedades del pisco “Don Reynaldo” de la Finca 314 de Carmen Robatty Abrill de Moquillaza. Además, podrán conocer la historia de esta empresa iqueña que fue fundada en 1821 por doña Etelvina viuda de Mendoza, cuyos secretos han pasado de generación en generación, sobre todo a las mujeres de esta familia.

En el stand de Finca 314, el público encontrará el Pisco “Don Reynaldo” de las variedades quebranta, torontel y acholado a 55 soles. Cabe indicar que la producción de esta línea de pisco ha recibido numerosos premios nacionales e internacionales como la Medalla de Oro España Cinve Awards 2018 (pisco puro quebranta) y la Medalla de Oro Nacional y Medalla de Oro Regional del Concurso Nacional de Pisco 2019 (pisco acholado), entre otros.

Y para endulzar el paladar de los visitantes, encontramos al stand de “Bakáu & Liberato”, una empresa familiar de la región San Martín, especialista en la producción de chocolates. Entre los productos que ofrece, están las chocotejas de guindón con pisco, un dulce hecho con cacao al 65% a cuatro soles la unidad. La marca Bakáu ha sido condecorada con más de 50 medallas otorgadas por el International Chocolate Awards, Academy of Chocolate y Singapore Chocolate Awards.

En este mismo stand, el público podrá degustar y adquirir los licores de crema de café y cacao (geisha), mokaccino y algarrobina y cacao (choco algarrobina) hechas a base de pisco y cacao, a 35 soles la botella de 500 ml.

Y si desea probar estos licores de una forma tradicional, en el stand de Don Tomás Pilco Puma, ubicado en la sala Kuélap en el Mezzanine de la sede ministerial, podrá encontrar vasos pisqueros elaborados en madera de aliso, un árbol que este maestro artesano cuida y protege en su natal Sunchumarca, del distrito de Chinchaypujio, provincia de Anta, en Cusco.

Para la elaboración de los vasos pisqueros, don Tomás se demora casi una hora en lijar y dejar el producto terminado. Cada vaso es ofrecido a 3 soles, mientras que la bandeja de madera de aliso para llevar estos bellos recipientes, los vende a 15 soles.

Además, en su stand el público puede encontrar una variedad de cucharas, vasos, tazas, platos, copas y keros todos elaborados con madera de aliso que se caracteriza no solo por su blandura y durabilidad sino también porque, según señala Don Tomás, no distorsiona el sabor de las bebidas o alimentos que en sus piezas se coloquen.

Ruraq maki
La edición de “Ruraq maki, hecho a mano” reúne a artesanos y artistas tradicionales en la sede del Ministerio de Cultura hasta el 31 de julio, en el horario de las 10:00 a.m. a 8:00 p.m. El ingreso es libre y se realiza por la puerta ubicada en la avenida Javier Prado Este 2465 en el distrito de San Borja.

En esta oportunidad, los visitantes encontrarán expresiones como alfarería y cerámica, textiles, cestería, talabartería, imaginería, mascarería, luthería, joyería, sombrería, pintura tradicional, talla, mates y huingos, juguetería. 

Ruraq maki tiene como objetivo principal la salvaguarda del patrimonio inmaterial a través de la comercialización de artesanía y arte tradicional, con el propósito de garantizar un ingreso económico a los artesanos (portadores de estos conocimientos) y la divulgación de las múltiples tradiciones artesanales que conservan la historia de la diversidad cultural en el Perú.



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El día que llegué a radio Capital por una papa rellena

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Nos habían dejado un proyecto individual a cada estudiante de tercer grado de secundaria. Cada uno de nosotros debíamos iniciar un emprendimiento comercial. Podíamos elegir el producto o servicio de nuestra elección, pero debíamos ser cuidadosos al escogerlo, pues de ello dependía nuestra nota del cuarto bimestre, es decir, nuestra calificación final.

Estudiaba en el colegio Pamer con sede en Lima Sur y mi tutora por aquella época se llamaba Dalila. Era una señorita de contextura delgada, estatura baja y usaba unos anteojos que, en mi opinión, no le daban ninguna armonía a su rostro. A diferencia de los demás docentes y compañeros que usaban los lentes tradicionales, los anteojos de Dalila eran, aparentemente, más grandes. En algún momento pensé que ello se debía a su miopía, pero lo extraño era que las lunas de sus anteojos no eran tan gruesas como las de otras personas que sí tenían graves dificultades de visión. Todo indicaba que ese era su estilo, así como su personalidad bastante apática por ser poco amable con muchos compañeros y conmigo (por supuesto, no había excepción). Dalila no era madre por aquella época y, quizá, esa era la razón de su escasa paciencia cotidiana. El otro posible motivo sería que no tenía vocación de maestra y fungía de nuestra tutora solo por la necesidad de percibir un sueldo cada fin de mes.

Una mañana, Dalila ingresó a nuestro salón como lo hacía regularmente. Escribió en la pizarra algunos apuntes y luego nos pidió mantener silencio con su estilo sarcástico al que ya nos tenía acostumbrados. El salón quedó sin ruido alguno y Dalila comenzó a explicarnos sobre el proyecto que los colegios Pamer tendría a nivel interescolar en toda Lima metropolitana. Pamer era una compañía que tenía distintas sedes bajo el mismo nombre en casi todos los distritos de la capital. Dalila, además, agregó que este proyecto era muy importante, pues la nota que obtendremos era clave para no repetir el año.

Esa tarde llegué a casa y me mantuve en mi habitación pensando cuál podría ser mi proyecto. Mi tía en aquel tiempo tenía una bodega en casa, así que no tuve tiempo de comentarle mucho sobre mi tarea pendiente. Ella estaba con sus clientes en el primer nivel y yo, en el segundo. Al día siguiente, encendí la radio como solía hacerlo casi todos los días y escuché en radio Capital, una emisora de noticias de bastante alcance en Lima, al propietario de la cadena de restaurantes «Señor Papa». Le habían hecho una entrevista al dueño para conocer su negocio y para que explique cómo nació su idea de vender papas rellenas.

Llegó el fin de semana y fui inmediatamente a la sede Real Plaza Centro Cívico del restaurante «Señor Papa». Compré una papa rellena, la probé y después, como ya no tenía para comprar más unidades, le saqué varias fotos a toda su carta. Debajo de cada producto que ellos anunciaban en su carta, se encontraban los ingredientes exactos que estos contenían. Ni bien regresé a casa, ya sabía en qué consistiría mi proyecto: papas rellenas. Aunque yo quería algo que las diferenciara, así que sin pensarlo más, decidí que mis papas rellenas tendrían piña, algo similar a las pizzas hawaianas. Sin embargo, mis papas no tendrían jamón, sino pollo deshilachado. Así creé las papas rellenas de pollo con piña.

Una vez que ya tenía el producto y ya estaban realizadas sendas pruebas pilotos en casa de mi tía, quería ir un paso más allá. Era lunes y nuestra primera presentación del proyecto en clase iba a ser el viernes. Yo soñaba como todo adolescente con lograr que mi emprendimiento fuera conocido por más personas que solo los trabajadores y alumnos del colegio. Al día siguiente, al salir del colegio, fui a casa, freí unas papas rellenas y tomé el bus del Metropolitano con dirección a la estación Aramburú en San Isidro. Bajé y fui a la puerta del Grupo RPP. Sabía que en ese edificio funcionaban distintas emisoras radiales como RPP, Studio 92, Oxígeno, Felicidad y, por supuesto, la emisora que escuchaba siempre: radio Capital. No intenté ingresar previo aviso en vigilancia porque ya intuía que me responderían negativamente, pues nadie me había invitado. Revisé en mi móvil el horario de inicio del próximo programa y me di cuenta que era con el actor Carlos Carlín. Me paré en el ingreso y crucé dedos para que ese día no llegue en auto, sino en taxi y pueda así abordarlo caminando. Lo logré. Carlín bajó de un taxi y fui directamente hacia él para contarle de mi proyecto escolar. Hice todo en treinta segundos. A él le pareció interesante y me hizo pasar. Llegamos juntos al cuarto piso y me avisó que ese día me entrevistaría con el producto que había llevado. Lo probaron y salí al aire. estaban como conductores él y Juan Carlos Tafur. No recuerdo de qué hablé exactamente esa media hora, pero salí satisfecho: había logrado hacer conocida a mi papa rellena a nivel local.

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Arte y Cultura

Ingreso frustrado

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A Sebastián lo conocí por intermedio de Sofia. Me lo presentó el 2021, debió haber sido a fines de ese año o tal vez un poco antes. Él es comunicador y desde que lo conocí, siempre ha trabajado para una productora que realiza diferentes conciertos en Lima. De hecho, anteriormente, me invitó dos veces a diferentes shows. El 2021 y el 2022, por ejemplo, recuerdo que él me apoyaba con los contactos de distintos artistas emergentes para que se presentaran en la cafetería que durante esa época yo administraba. Por aquel entonces, Sofia tenía una cafetería en Magdalena del Mar, local que dejó a mi cargo. A ambos, como nos apasiona el arte y la música, decidimos incorporar actividades que permitieran a nuestros clientes disfrutar de distintos talentos locales de forma gratuita cada vez que estuvieran con nosotros. Sebastián nos apoyó en ese camino.

La cafetería continuó con ese tipo de eventos hasta mayo de 2023, luego, me retiré del local y luego de unos meses, me enteré que había cerrado. Dejé de ver a Sebastián hasta que un día nos encontramos en Jesús María. Me contó que había terminado con su novia anterior y estaba saliendo con una nueva chica. Ese día lo pasamos juntos desde la tarde hasta la noche. Lo acompañé a su nuevo departamento, me mostró los ambientes y después, me preguntó si podía acompañarlo a comprar algunas plantas en Acho. Accedí y nos fuimos en taxi directo al mercado mayorista. Regresamos a casa cerca de las diez de la noche, me despedí y quedamos en vernos pronto. Sebastián me había mostrado su tocadiscos junto a sus vinilos, así que habíamos quedado en que llevaría los míos para probarlos.

Nos volvimos a encontrar hace un mes aproximadamente. La madre de Sofia, una persona muy importante en mi vida, partió. Ella se quedó en Hamburgo, Alemania, pero en Lima le organizamos una misa por el mes de su partida. Sebastián nos acompañó en la iglesia y en la reunión familiar posterior. Se fue después de tres horas, cerca de las once de la noche. Y recién hace una semana le volví a escribir. Iba a llegar a Lima una banda que sigo y quiero mucho. Confieso que no soy un fanático pleno de la agrupación musical, pero al mismo tiempo admito que la música que tienen me hace feliz y tenía muchas ganas de conocerlos en vivo. El último marzo esta agrupación se presentó en un festival colombiano en Bogotá, donde estuve, sin embargo, como se presentaban varios artistas en distintos escenarios al mismo tiempo, no pude verlos en vivo.

Ni bien me enteré que la empresa donde trabaja Sebastián estaba haciendo posible que esta agrupación musical llegara a Lima, le escribí a preguntarle si podía asistir. Me respondió afirmativamente. Llegó el día en que el concierto se llevaría a cabo y me respondió pidiéndome mi nombre completo más el número de mi DNI. Supuse que con esa información era evidente que ya estaba en lista y apenas llegué al espacio donde el evento se estaba desarrollando le envié una foto para agradecerle por haberme incluido en su lista de invitados. Grande fue mi sorpresa cuando me dijo que su lista ya se había cerrado. «¿Por qué no me avisó antes?», me pregunté. Ya no le insistí, pues tampoco quería quedar como alguien irrespetuoso o algo similar. Había programado no solo mi día, sino que además había organizado donde dejaría mi bicicleta para estar tranquilo en el show y luego poder recogerla. Justo había quedado con un amigo para que me prestara su estacionamiento, pues vivía a una cuadra del evento. Nada se llevó a cabo. Llegué a la puerta del concierto y me retiré. No había forma de ingresar, las cosas ya estaban hechas.

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