Últimamente siento que los días y las horas transcurren como si fueran solamente segundos. Me veo en el espejo y veo mi rostro más agotado, aunque siempre con una sonrisa. Tenía dieciséis años cuando acabé el colegio y tenía muchas ganas de empezar la universidad lo más pronto. Me había estado preparando para postular a alguna universidad norteamericana mientras estaba en el colegio, pero esa posibilidad murió el día que vi el presupuesto, pese a las probabilidades de conseguir alguna beca. No había forma de que pudiera estudiar en el extranjero, debía y tenía que quedarme en Lima. Mi madre ya no estaba y mi tía me apoyaba por aquel momento. Postulé a la Universidad de Lima, pues soñaba con estudiar periodismo y esa era una de las instituciones que, según las personas con quienes conversé, tenía más prestigio. Sin embargo, luego de un ciclo, las cosas se complicaron económicamente y no pude continuar. Después, estudié un año un curso en Isil, un instituto de prestigio, pero sin el aval universitario con el que mi madre hubiera querido. El curso culminó y comencé a prepararme para la PUCP, la universidad católica de Lima reconocida a nivel internacional. Allí estuve tres largos años y pese a que mi mensualidad era mucho menor a la primera universidad, resultó insostenible que continuara. Mi tía ya no podía seguir cubriendo ese gasto y la opción de trabajar era inviable para pagar un monto bastante alto. Así que lo mejor fue pausar mis estudios y conseguir una oportunidad laboral.
Trabajé más de un año hasta que apareció la oportunidad de poder postularme a la Universidad Jaime Bausate y Meza. Ya había escuchado de aquel centro de estudios mientras estaba en el colegio. Personajes como Iván Slocovich, director de diario Correo; Susana Villarán, exalcaldesa de Lima; Eloy Jaúregui, escritor peruano; entre otros han pasado por la mencionada casa de estudios. Una vez que me enteré de ello, me animé a postular. Ingresé el 2019 y hoy, 2025, estoy cerca de acabar este camino que me ha durado siete años. La tesis ya está prácticamente lista y todos los demás cursos, aprobados. Confieso que me entristece dejar esta etapa a la que ya me había acostumbrado; no obstante, es momento de dejarla ir. A desechar todos los libros y cuadernos de notas que me acompañaron todo este tiempo. A borrar toda la información que quedó almacenada en la computadora de trabajos hechos y enviados a mis docentes.
Estos últimos días antes de mi sustentación han sido raros, pero también bonitos. Volví a encontrarme con Valeria, una amiga con la que inicié la universidad y a quien conocí cuando era pareja de otro amigo al que ya no veo desde hace casi un lustro. Vale, como suelo llamarla, siempre está con mucha energía. Ella se ha convertido en asesora de diversos tesistas y me está dando una mano. Hemos quedado en ir a almorzar, luego de mi sustentación. Ella me dice que voy a aprobar y que esté confiado, pero para ello, debo conocer cada detalle de mi trabajo. El título abarca la cobertura mediática de Sofía Kourtesis, una productora peruana que, en mi opinión, es de los pocos talentos nacionales que han llegado a tener la mayor exposición internacional. Sofia ha pisado escenarios como Tomorrowland, Primavera Sound, Glastonbury, Estéreo Picnic, entre otros. Para mí, resulta contradictorio que no se le de cobertura de prensa a un talento que en lo que va de este año, ha logrado hacer una gira completa con el productor inglés SG Lewis y una gira casi completa con la banda australiana Rufus Du Sol, ganadores de un Grammy el 2022.
Noviembre termina en un par de semanas y a mediados de diciembre deberé enfrentarme a un jurado que desconozco, pero al que estoy ansioso de conocer. Mi tema elegido me apasiona y no hay día en que no revise mis anotaciones, fuente, etc. Ahora solo toca esperar el día para luego continuar con la rutina. Si se hubiera sustentado hace cinco años, probablemente habría celebrado después de la hipotética aprobación. A estas alturas, considero que la mejor celebración será encontrar una mejor oportunidad laboral al mismo tiempo de seguir escuchando a Sofía Kourtesis cada vez que estoy con la música en el celular.