Durante años, el marketing de influencers ha estado dominado por personas reales con millones de seguidores en redes sociales. Sin embargo, una nueva generación de embajadores está cambiando las reglas del juego: los influencers sintéticos, personajes creados con inteligencia artificial o animación 3D que, aunque no existen físicamente, generan niveles de interacción sorprendentes.
Nombres como Lil Miquela, Imma o Shudu ya forman parte de campañas de marcas globales como Prada, Calvin Klein o Samsung. Su impacto no radica únicamente en su estética digital, sino en su capacidad para conectar emocionalmente con el público, incluso siendo completamente virtuales.
«Estos personajes simulan expresiones humanas como la alegría, la sorpresa o la tristeza, lo que les permite establecer vínculos emocionales reales con sus audiencias», señala Kihara Llallico, especialista en innovación digital y docente de IDAT.
Un estudio reciente publicado en el Journal of Retailing and Consumer Services, analizó más de mil publicaciones de Lil Miquela en Instagram y encontró que las publicaciones donde expresaba emociones claras lograban mayor engagement, medido en número de ‘likes’, comentarios y alcance. La investigación demuestra que las emociones programadas, cuando se aplican de forma coherente con el contexto visual, generan una conexión similar a la que producen los influencers humanos.
Esta capacidad emocional se logra gracias al uso de tecnologías como Py-Feat, una herramienta que permite programar microexpresiones humanas a partir de análisis faciales con inteligencia artificial. «Estas expresiones pueden ser diseñadas con precisión para cada pieza de contenido, haciendo que el personaje virtual parezca más humano y cercano. Eso impacta directamente en el rendimiento de las campañas», explica Llallico.
Más allá del engagement, los influencers sintéticos ofrecen una ventaja estratégica para las marcas: el control total sobre la narrativa y la imagen del personaje. No hay margen para declaraciones polémicas, escándalos ni periodos de inactividad. Todo está guionado. Según una investigación sobre el fenómeno, estas figuras representan un nuevo tipo de celebridad creada específicamente para cumplir las expectativas del mercado digital.
Pero esta evolución también plantea desafíos. Uno de los principales es el conocido «valle inquietante», una sensación de incomodidad que aparece cuando un personaje parece humano, pero no del todo. Si las expresiones o gestos no están bien calibrados, pueden generar rechazo. Estudios recientes advierten que este efecto puede impactar negativamente en la percepción de la marca si no se maneja con precisión.
Aun así, todo indica que esta tendencia no es pasajera. Los influencers sintéticos representan una nueva etapa en la comunicación digital, donde las emociones pueden ser diseñadas y la conexión con el público no depende de un rostro real.
«Estamos ante un cambio profundo en la forma de relacionarnos con los contenidos digitales. Lo importante ya no es si el influencer es real o no, sino si logra emocionar y conectar con su audiencia», concluye Llallico.