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Chile: Fallece la viuda de Augusto Pinochet, Lucía Hiriart: la mujer más poderosa de la dictadura

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A la edad de 99 años, se confirmó el fallecimiento de la viuda del dictador Augusto Pinochet, Lucía Hiriart.

“Esta señora ha expresado las ideas de manera más directa que su marido. Cuando estabas con ellos, en alguna recepción, siempre que ella hablaba, el abandonaba su estilo campechano y callaba”.

Estas palabras corresponden a Hortensia Bussi, viuda de Salvador Allende, que antes del golpe de Estado, en 1973 había compartido con Lucía Hiriart, esposa de un opaco y hasta agosto de ese año, leal Augusto Pinochet, primero al mando de la guarnición de Santiago y luego Comandante en jefe del Ejército.

Lucía Hiriart Rodriguez tuvo una infancia y adolescencia acomodada como hija de Osvaldo Hiriart, parlamentario y ex Ministro del Interior del Radical Juan Antonio Ríos. A los 20 años en 1943 se casó con Agusto Pinochet. Pronto, comenzarían las quejas por un futuro que se veía poco esplendoroso al lado de un oficial del montón como lo era Pinochet, destinado al norte del pais.

A los pocos años la situación para Lucía ya era insostenible. Vivían en una casa fiscal en Iquique y ella en esos tiempos gritaba “¡Milico!, poca cosa!, nunca vamos a salir de este hoyo!”, según cuenta la biografía publicada en 2013 por la periodista Alejandra Matus, el texto que mejor ahonda hasta ahora en la sicología de la ex Primera Dama.

La obsesión patológica por ascender y conseguir el reconocimiento de la clase alta, al que había renunciado casándose con Pinochet, fue el gran motivo para que en los días de septiembre de 1973 fuese ella la que despejara las dudas que su marido tenía de sumarse a la asonada militar del día 11.

“Noches previas al 11 de septiembre del 73 Pinochet dudaba si firmar su compromiso para sumarse al golpe. Para Lucía, que su marido fuese parte del “alzamiento” significaría grandes posibilidades de hacerse un espacio dentro de las clases gobernantes del país. Sus intereses no se extinguían”, contó Alejandra Matus con ocasión del lanzamiento de su libro “Doña Lucía: La Biografía no autorizada”.

“Ella fue importante para que Pinochet traicionara a sus camaradas, aceptando la muerte de gente cercana, la tortura de familiares y hasta el exilio de su propia prima. Por otro lado, Manuel Contreras fue el hábil, protector y manipulador del temor que ella tenía a que le pasaran la cuenta. Sin él se sentía vulnerable. Para ella fue inaceptable que Pinochet sacara a Contreras y se fue de la casa, dispuesta a romper su matrimonio”, contó Matus,

En efecto, su ausencia de la casa de calle Presidente Errázuriz que pertenecía a los comandantes en jefe y era una casa más bien austera, ella se encargó de refaccionarla con boato como el piso de mármol que mandó a instalar para reemplazar el de madera. Más de un autor coincide en que su visión “austera” cambió en 1975 después de que por primera vez viajara a Europa a los funerales de Francisco Franco.

Volviendo a Contreras, Lucía Hiriart en más de una ocasión confesó su lealtad hacia el ex jefe de la DINA. En 1978 cuando la presión de Estados Unidos era muy fuerte para extraditar a Contreras por el asesinato en Estados Unidos de Orlando Letelier, Pinochet llamó a retiro a Contreras y el general debía internarse como detenido en el Hospital Militar. cosa a la que por cierto se negó tajante.

Su hijo Manuel Contreras Valdebenito contó en su blog la intervención de Lucía Hiriart para destrabar la crisis. Ninguno de los generales, después de largas conversaciones podía convencer a Contreras. El hijo del jefe de la Dina cuenta: “Primero habló con mi padre a solas y luego a toda la familia y nos dijo que no debíamos preocuparnos por nuestro padre ya que “nada le pasaría y que al terminar el Proceso de Extradición, Augusto lo reintegraría al Ejército y le daría el mando de la VI División del Ejército” (que está frente a Perú y que mi padre siempre la quiso).
Una de mis hermanas le dijo qué pasaría conmigo ya que ese año postulaba a la Escuela Militar y estos hechos me afectarían profundamente mi carrera militar así como la vocación y doña Lucía le contestó con una evasiva, sonriéndo y diciéndome que “tenía que ser fuerte”. Yo tenía 15 años”. Contreras aceptó irse al hospital, pero como se sabe nunca fue reintegrado.

Sin Piedad

El poder de Lucía Hiriart se expresó también en un tácito pero estricto código moral que impuso a los militares de alto mando. “Se las arreglaba para descubrir a las que tenían o podían llegar a tener algo con Pinochet. Tenía de su parte a Contreras, quien le soplaba cosas, y a una suerte de equipo que la asesoraba, así como Pinochet contaba con otro que lo ayudaba en sus escapadas”, contó la autora Patricia Lutz, coautora junto a Mónica Echeverría de “Insaciables” una novela basada en la pareja.

Una de sus víctimas fue el coronel Alberto Labbé Troncoso, padre del ex alcalde Cristian Labbé, que fue designado alcalde de Las Condes pero que vio finalizada su carrera militar porque Hiriart lo descubrió en una relación extramarital con su secretaria. En otra ocasión en 1979,durante la conmemoración de los 100 años de Antofagasta como territorio chileno, la Primera Dama se vio eclipsada por Adriana Ortiz, la rubia esposa del Intendente. Fue entonces cuando ordenó ¡Tráigame a los periodistas!-, “¡Aquí, la última que habla soy yo! ¿Está claro?”, les dijo a los reporteros.

Un episodio entre tantos que se han escrito sobre el temor que Lucía Hiriart inspiraba en su marido aún siendo Presidente, se cuenta en una crónica del diario La Nación de 2002.

“Lucía Gevert, entonces una agraciada periodista, nombrada agregada de prensa en Alemania en noviembre de 1973 y luego embajadora en el mismo país, fue otra de las rivales -reales o imaginarias- de Lucía Hiriart. En una entrevista publicada en septiembre del año pasado en la revista Mujer contó lo ocurrido en una reunión de gabinete. ‘Yo estaba sentada a su lado y él se mostró como siempre: caballeroso y amable. De repente, su edecán entró y le susurró algo al oído. Él dijo: ‘Viene mi mujer. Y ustedes saben que donde manda capitán, no manda marinero. Así es que usted, Lucía, córrase para allá, y usted Carvajal, pásese para acá’”.

Otra confesión es la que hizo Pinochet a su prima Mónica Madariaga, ex ministra de la dictadura

“Me decía (Pinochet) ‘yo me levanto de la cama, me meto al baño y me echa a patadas la puerta abajo. Me voy al sauna y me patea el sauna. Me meto a la piscina, me voy a la parte honda, salgo y quién crees que está esperándome, ella pues’. Y eso era para que echara a un ministro, para que cambiara un alcalde, etcétera”.

Toda esta paranoia de celos tenía su sustento en 1957 cuando Pinochet como Mayor del Ejército, fue destinado a la embajada de Chile en Ecuador. Ahí conoció a la pianista Piedad Noé, quien fue su amante y por la que estuvo a punto de terminar su matrimonio que ya tenía tres hijos. Incluso Avelina Ugarte viaja a Ecuador y aprueba la relación, fundamentalmente porque no soportaba a su nuera.

El rencor se mantuvo hasta el final. En 1998 con Pinochet detenido en Londres, según contó Patricia Lutz, Lucía Hiriart le decía a su marido: ¡Que no te pobreteen, Augusto! ¡No te olvides que la gente pisa a los fracasados! Le daba rabia verlo como estaba. No quería ser la esposa de un viejo”, explicó.

En otra ocasión en los años 70, según cuenta el libro La Familia de Claudia Farfán y Fernando Vega “a mediados de los años 70, un ministro que almorzaba con ellos en Cerro Castillo quedó desconcertado al escucharla (a Lucía) desautorizar a Pinochet con el ácido comentario: ‘¡Qué sabes tú de economía!’, cuando éste debatía sobre el valor del dólar. El gobernante le respondió ruborizado: ‘Algo sé’ , y siguió hablando y comiendo (…) Pinochet jamás contradecía a su mujer en público. Si no estaba de acuerdo callaba y apartaba su mirada”.

“Sería más dura que mi marido”

En 1984 año de protestas y fuerte resistencia a la dictadura Lucía Hiriart fanática de los micrófonos declaraba “Si yo fuera jefa de gobierno sería mucho más dura que mi marido. ¡Tendría en estado de sitio a Chile entero!”. Luego declaraba: “Miren cómo nos estamos perjudicando ahora por culpa de los terroristas. En estos momentos hay cortes de luz. Sin energía eléctrica no pueden funcionar los locales comerciales, las peluquerías” .

Después, en julio de 1986 cuando una patrulla militar quemó vivos a los jovenes Rodrigo Rojas y Carmen Gloria Quintana, la mujer del dictador se despachó una perla “Para qué se queja tanto esta niña, si se quemó tan poco”, dijo a la prensa.

Si alguna vez Pinochet dudó en aplicar medidas extremas contra los opositores a la dictadura, fue su mujer quien lo convenció de no titubear. Siempre mantuvo el discurso de que el país estaba “en guerra”.

Los negocios

Lucía Hiriart también tuvo su ejercito, representado por las miles de mujeres de las organizaciones de voluntariado que tomó a su cargo a partir de 1973, y que dirigía desde su oficina en el piso 17 del entonces edificio Diego Portales. Especialmente Cema Chile, organización a partir de la cual incluso pensó en formar un partido político que apoyara a la dictadura durante el plebiscito.

Cema había sido fundada por la esposa del Presidente Eduardo Frei Montalva en 1964 para enseñar oficios a mujeres de escasos recursos, luego mantenida por Hortensia Bussi de Allende y luego sostenida por Lucía Hiriart de Pinochet, quien como se ha revelado en los últimos meses continuó haciendo traspasos irregulares de las propiedades que fueron donadas por el Estado a la institución, generando millones de pesos a su patrimonio. Hiriart arregló los estatutos para ser presidenta “a perpetuidad” y según los cálculos recientes se deshizo de propiedades avaluadas en $6300 millones que estaban en poder de CEMA.

Fuente: Agencia Nodal/ El Mostrador

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Mi opinión de la semana en FINDE NIUS (año 3 – finde 103)

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Mi opinión sobre las noticias de la semana FINDENIUS (Año 3, Finde 103 – 7/4/2024) – Hablo de: Marlon Brando, la venta de segunda mano, la Calima y mi recomendación videoclip de «Mala ft. Virginia Guantanamera» de TABAIBA

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«Ni el tirano de Moscú, ni el tirano de Caracas», por José Antonio Torres Iriarte

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El comunismo internacional, adscrito a la Tercera Internacional, fue derrotado políticamente cuando cayó el «Muro de Berlín», se disolvió la URSS, se consumó la reunificación alemana y los países de Europa del Este abandonaron la planificación centralizada, optando por la democracia y la economía de mercado. Para un sector de los historiadores del siglo XX, la centuria anterior concluye en 1991, cuando tuvo su punto final la llamada «guerra fría».

Hoy el mundo comprueba cómo un líder autoritario como Vladimir Putin, enarbolando las banderas nacionalistas, decide invadir Ucrania bajo pretexto de defender la seguridad nacional ante el avance de la OTAN y una influencia cada vez mayor de Occidente en los territorios que fueron parte de la URSS o que pertenecieron a la zona de influencia soviética. Lo cierto es que ni la internacionalización de la economía ni la revolución tecnológica en curso han significado el fin de los nacionalismos en el mundo.

La Rusia de los Zares a inicios del siglo XX, posteriormente la Unión Soviética liderando la llamada «revolución bolchevique» en todo el mundo, ni el Ejército Rojo tomando Berlín en 1945, pueden ser negados como hechos relevantes en la historia del último siglo. La Federación Rusa ocupa el asiento que antes tuvo la Unión Soviética en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Si bien es cierto que la economía rusa ha quedado rezagada respecto a las principales economías globales, no puede olvidarse que Rusia sigue siendo una potencia nuclear.

En un escenario internacional cambiante, ha surgido la República Popular China con su enorme fuerza productiva y su cada vez mayor presencia en América Latina y África; así como también la India, con una población ligeramente mayor que China. Rusia no pretende ser actualmente un promotor del comunismo internacional en el mundo; sin embargo, no ha abandonado la cooperación y el asesoramiento militar en América Latina.

Por otro lado, los Estados Unidos desde los años del presidente Clinton pretendieron liderar la expansión de la libertad en el mundo; sin embargo, la Iniciativa de las Américas y el ALCA fracasaron ante el surgimiento en América Latina de gobiernos adscritos al llamado «socialismo del siglo XXI», representados en el Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla. El marxismo-leninismo, inspirador del castrismo y dogma para los movimientos guerrilleros de la década de los sesenta, fueron replegándose militarmente o devinieron con el tiempo en brazo armado del narcotráfico, como ocurrió en Colombia.

Fidel Castro hábilmente, en los años noventa, ante el colapso de la economía cubana, apostó por abrir la economía cubana a la inversión hotelera y el sector turismo; pero sobre todo optó por desarrollar otras estrategias políticas, alentando el posicionamiento de líderes sindicales como Lula en Brasil o caudillos militares como Hugo Chávez en Venezuela. Fidel Castro no tuvo reparo en recibir a Juan Pablo II en 1998, como muestra de apertura política y religiosa.

Mientras se desarrollaban reformas económicas en Rusia, en Europa se daban pasos seguros hacia la Unión Europea y el establecimiento del euro como moneda única. La Unión Europea incorporó a países de Europa del Este y amplió el radio de influencia de la OTAN, dejándose atrás el Pacto de Varsovia. La globalización de la economía se impuso en un contexto de conflictos nacionalistas o «guerras de baja intensidad», como la ocurrida en los Balcanes. El terrorismo internacional sorprendió al mundo en el 2001, así como la invasión de Irak marcó una época.

En el plano ideológico, los otrora partidos comunistas dejaron de lado las tesis de la dictadura del proletariado y la lucha de clases. El neomarxismo desde la academia y los organismos no gubernamentales desde la llamada «sociedad civil» ganan espacio político y desarrollan un nuevo discurso que se sintetiza en el derecho al aborto, la ideología de género, el matrimonio igualitario, la eutanasia, el cambio climático, la protección del medio ambiente, los Derechos Humanos y muchos campos más.

En un mundo marcado por el internet y las redes sociales, los multimillonarios o magnates de la globalización han decidido financiar los proyectos de cooperación internacional con una mirada supuestamente progresista. Fundaciones, ONG, gobiernos de Occidente y los organismos internacionales adscritos a la Unión Europea y al Sistema de Naciones Unidas cada vez están más alineados con conceptos ideológicos convertidos en fundamento de las novedosas políticas públicas diseñadas.

Si en el pasado el Fondo Monetario Internacional imponía Ajustes Estructurales en las economías de América Latina, hoy la cooperación internacional pretende virtualmente imponer políticas sesgadas que incluso pueden colisionar con las libertades fundamentales. Lo cierto es que todos aquellos que militaron en partidos y movimientos de izquierda marxista hace unas décadas; hoy son los gestores de organismos no gubernamentales presentes de modo hegemónico en el plano internacional y en la vida nacional de nuestros países.

En el Perú, los otrora integrantes de la Izquierda Unida que en 1985 postuló con poco éxito a Alfonso Barrantes Lingán a la presidencia de la República (frente a Alan García) son actualmente los líderes de la «costra caviar» que deciden la suerte de la política nacional. Diego García Sayán, desde una posición discreta, y Gustavo Gorriti, desde el Instituto de Defensa Legal, junto con decenas de ex militantes de la Izquierda Unida de los años ochenta y cuadros políticos y activistas más jóvenes, son los voceros de un sin número de ONG que pretenden erigirse en autoridad moral y censores de la política nacional.

Si Occidente equivocadamente creyó que los nacionalismos serían superados por el crecimiento económico, la reducción de la pobreza, la revolución tecnológica y el avance de la libertad en el mundo; ocurre lo mismo en el plano ideológico ante el avance de un globalismo avasallador financiado irresponsablemente, sobre todo «por los nuevos ricos» en tiempos de crecimiento del comercio internacional. La agenda de Naciones Unidas esconde una ideología que pretende imponerse por encima de valores fundamentales como la libertad humana y la familia.

El presidente Joe Biden está lejos de ser un líder que defiende la libertad, por ello su gobierno no tuvo reparo en acercarse y llegar a acuerdos con el dictador Nicolás Maduro, levantando parte importante de las sanciones económicas impuestas. Biden confió en que el gobierno venezolano convocaría a elecciones libres y transparentes. Hoy la tiranía de Caracas se mantiene fuerte, impidiendo la postulación de María Corina Machado a la presidencia; del mismo modo, Díaz Canel reprime al pueblo cubano, así como lo hace la pareja Ortega-Murillo en Nicaragua. Las tiranías deben ser depuestas en el mundo. Ni el tirano de Moscú, ni el tirano de Caracas deben prevalecer. Es el momento de defendernos de las tiranías, del globalismo avasallador y de las nuevas formas de imperialismo.

José Antonio Torres Iriarte
Abogado y analista político

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