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«López Obrador y Pedro Castillo siempre unidos.» Por: José Antonio Torres Iriarte.

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Pedro Castillo nunca cesó en su propósito de convocar a una Asamblea Constituyente, como paso importante para instaurar una dictadura en nuestro país, siguiendo el libreto instrumentado por el Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla. Castillo Terrones siempre utilizó como estrategía y arma política, la victimización, la misma que fue urdida en el plano internacional, contando con el apoyo de un sector de Torre Tagle y de Embajadores, tales como Rodríguez Cuadros, Haroldt Forsyth y Maúrtua de Romaña.

No cabe ninguna duda, que el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador sigue siendo un aliado incondicional del ex presidente Castillo. El presidente López Obrador pretende esgrimir como parte de su política exterior, la llamada Doctrina Estrada; sin embargo sus declaraciones y accionar político con respecto al Perú, han transgredido abiertamente la supuesta «no intervención en asuntos de política interna» que su Cancillería se entiende, tiene como norte político.

El gobierno de López Obrador no sólo brindo asilo a Evo Morales en el 2019, permitiendo que el líder del MAS violando las reglas generales del derecho de asilo, desde la ciudad de México siga actuando políticamente y respalde la campaña presidencial del hoy presidente Luis Arce. El gobierno de López Obrador no fue capaz de condenar la dictadura de Nicolás Maduro y decidió no formar parte del Grupo de Lima en el 2019, so pretexto que la llamada Doctrina Estrada, debía ser honrada por ser el eje de su política exterior. López Obrador es un falso valor de la democracia latinoamericana; por ello no tiene reparo en tener un doble discurso, avalando dictaduras y tiranias en América Latina.

El gobierno de México, ha sido muy explícito (en las últimas horas), en reiterar su disposición por conceder asilo al «golpista» Pedro Castillo, si es que el hoy vacado presidente lo solicita. No hay duda que hoy 7 de diciembre, la detención de Castillo Terrones se produjó, cuando éste se estaba dirigiendo a la Embajada de México ubicada en el distrito de San Isidro.

La intentona golpista fracasó y el gobierno de México estuvo presto a conceder asilo al ex gobernante y por cierto no duda en reiterar su voluntad política, que va más allá del gesto político y la defensa humanitaria de la libertad y seguridad personal de un ciudadano. López Obrador tolera el accionar de los cárteles de la droga en su país, impidió que el hijo del «Chapo Guzmán» fuera detenido por las fuerzas policiales, invocando que quería evitar un inútil derramaniento de sangre.

Señor López Obrador no olvide que Pedro Castillo está siendo investigado por el Ministerio Público por la comisión de graves ilícitos penales, no es un perseguido político, ni pertenece a un partido político proscrito y asediado por los esbirros de una dictadura. Señor López Obrador entiendo que usted, se siente unido a Pedro Castillo, porque comparten ideales o la vocación por impulsar grandes procesos revoluciomarios; no quiero pensar que su gobierno es complaciente con los actos de corrupción en los que Pedro Castillo está directamente involucrado.

La verdad es que la gran e histórica «revolución mexicana» tiene poco en común con el actual gobierno mexicano, que ha devenido en un aliado funcional de tiranías y gobernantes corruptos en nuestra región. El llamado «socialismo del siglo XXI» más allá de matices y tendencias, está representado por una pléyade de políticos ávidos de poder y marcados por la corrupción.

Pedro Castillo será investigado y procesado por las autoridades jurisdiccionales en nuestro país, dejándose atrás una etapa sombría de la vida nacional. El Perú debe afianzar la libertad y alentar el fortalecimiento de la democracia en América Latina. Nuestro deber es luchar contra todo atisbo de dictadura y emplazar políticamente a «falsos valores» como Andrés Manuel López Obrador, que en momentos cruciales para el Perú, no duda en respaldar políticanente a un gobernante golpista y corrupto como Pedro Castillo.

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Mi opinión de la semana en FINDE NIUS (año 3 – finde 103)

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Mi opinión sobre las noticias de la semana FINDENIUS (Año 3, Finde 103 – 7/4/2024) – Hablo de: Marlon Brando, la venta de segunda mano, la Calima y mi recomendación videoclip de «Mala ft. Virginia Guantanamera» de TABAIBA

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«Ni el tirano de Moscú, ni el tirano de Caracas», por José Antonio Torres Iriarte

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El comunismo internacional, adscrito a la Tercera Internacional, fue derrotado políticamente cuando cayó el «Muro de Berlín», se disolvió la URSS, se consumó la reunificación alemana y los países de Europa del Este abandonaron la planificación centralizada, optando por la democracia y la economía de mercado. Para un sector de los historiadores del siglo XX, la centuria anterior concluye en 1991, cuando tuvo su punto final la llamada «guerra fría».

Hoy el mundo comprueba cómo un líder autoritario como Vladimir Putin, enarbolando las banderas nacionalistas, decide invadir Ucrania bajo pretexto de defender la seguridad nacional ante el avance de la OTAN y una influencia cada vez mayor de Occidente en los territorios que fueron parte de la URSS o que pertenecieron a la zona de influencia soviética. Lo cierto es que ni la internacionalización de la economía ni la revolución tecnológica en curso han significado el fin de los nacionalismos en el mundo.

La Rusia de los Zares a inicios del siglo XX, posteriormente la Unión Soviética liderando la llamada «revolución bolchevique» en todo el mundo, ni el Ejército Rojo tomando Berlín en 1945, pueden ser negados como hechos relevantes en la historia del último siglo. La Federación Rusa ocupa el asiento que antes tuvo la Unión Soviética en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Si bien es cierto que la economía rusa ha quedado rezagada respecto a las principales economías globales, no puede olvidarse que Rusia sigue siendo una potencia nuclear.

En un escenario internacional cambiante, ha surgido la República Popular China con su enorme fuerza productiva y su cada vez mayor presencia en América Latina y África; así como también la India, con una población ligeramente mayor que China. Rusia no pretende ser actualmente un promotor del comunismo internacional en el mundo; sin embargo, no ha abandonado la cooperación y el asesoramiento militar en América Latina.

Por otro lado, los Estados Unidos desde los años del presidente Clinton pretendieron liderar la expansión de la libertad en el mundo; sin embargo, la Iniciativa de las Américas y el ALCA fracasaron ante el surgimiento en América Latina de gobiernos adscritos al llamado «socialismo del siglo XXI», representados en el Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla. El marxismo-leninismo, inspirador del castrismo y dogma para los movimientos guerrilleros de la década de los sesenta, fueron replegándose militarmente o devinieron con el tiempo en brazo armado del narcotráfico, como ocurrió en Colombia.

Fidel Castro hábilmente, en los años noventa, ante el colapso de la economía cubana, apostó por abrir la economía cubana a la inversión hotelera y el sector turismo; pero sobre todo optó por desarrollar otras estrategias políticas, alentando el posicionamiento de líderes sindicales como Lula en Brasil o caudillos militares como Hugo Chávez en Venezuela. Fidel Castro no tuvo reparo en recibir a Juan Pablo II en 1998, como muestra de apertura política y religiosa.

Mientras se desarrollaban reformas económicas en Rusia, en Europa se daban pasos seguros hacia la Unión Europea y el establecimiento del euro como moneda única. La Unión Europea incorporó a países de Europa del Este y amplió el radio de influencia de la OTAN, dejándose atrás el Pacto de Varsovia. La globalización de la economía se impuso en un contexto de conflictos nacionalistas o «guerras de baja intensidad», como la ocurrida en los Balcanes. El terrorismo internacional sorprendió al mundo en el 2001, así como la invasión de Irak marcó una época.

En el plano ideológico, los otrora partidos comunistas dejaron de lado las tesis de la dictadura del proletariado y la lucha de clases. El neomarxismo desde la academia y los organismos no gubernamentales desde la llamada «sociedad civil» ganan espacio político y desarrollan un nuevo discurso que se sintetiza en el derecho al aborto, la ideología de género, el matrimonio igualitario, la eutanasia, el cambio climático, la protección del medio ambiente, los Derechos Humanos y muchos campos más.

En un mundo marcado por el internet y las redes sociales, los multimillonarios o magnates de la globalización han decidido financiar los proyectos de cooperación internacional con una mirada supuestamente progresista. Fundaciones, ONG, gobiernos de Occidente y los organismos internacionales adscritos a la Unión Europea y al Sistema de Naciones Unidas cada vez están más alineados con conceptos ideológicos convertidos en fundamento de las novedosas políticas públicas diseñadas.

Si en el pasado el Fondo Monetario Internacional imponía Ajustes Estructurales en las economías de América Latina, hoy la cooperación internacional pretende virtualmente imponer políticas sesgadas que incluso pueden colisionar con las libertades fundamentales. Lo cierto es que todos aquellos que militaron en partidos y movimientos de izquierda marxista hace unas décadas; hoy son los gestores de organismos no gubernamentales presentes de modo hegemónico en el plano internacional y en la vida nacional de nuestros países.

En el Perú, los otrora integrantes de la Izquierda Unida que en 1985 postuló con poco éxito a Alfonso Barrantes Lingán a la presidencia de la República (frente a Alan García) son actualmente los líderes de la «costra caviar» que deciden la suerte de la política nacional. Diego García Sayán, desde una posición discreta, y Gustavo Gorriti, desde el Instituto de Defensa Legal, junto con decenas de ex militantes de la Izquierda Unida de los años ochenta y cuadros políticos y activistas más jóvenes, son los voceros de un sin número de ONG que pretenden erigirse en autoridad moral y censores de la política nacional.

Si Occidente equivocadamente creyó que los nacionalismos serían superados por el crecimiento económico, la reducción de la pobreza, la revolución tecnológica y el avance de la libertad en el mundo; ocurre lo mismo en el plano ideológico ante el avance de un globalismo avasallador financiado irresponsablemente, sobre todo «por los nuevos ricos» en tiempos de crecimiento del comercio internacional. La agenda de Naciones Unidas esconde una ideología que pretende imponerse por encima de valores fundamentales como la libertad humana y la familia.

El presidente Joe Biden está lejos de ser un líder que defiende la libertad, por ello su gobierno no tuvo reparo en acercarse y llegar a acuerdos con el dictador Nicolás Maduro, levantando parte importante de las sanciones económicas impuestas. Biden confió en que el gobierno venezolano convocaría a elecciones libres y transparentes. Hoy la tiranía de Caracas se mantiene fuerte, impidiendo la postulación de María Corina Machado a la presidencia; del mismo modo, Díaz Canel reprime al pueblo cubano, así como lo hace la pareja Ortega-Murillo en Nicaragua. Las tiranías deben ser depuestas en el mundo. Ni el tirano de Moscú, ni el tirano de Caracas deben prevalecer. Es el momento de defendernos de las tiranías, del globalismo avasallador y de las nuevas formas de imperialismo.

José Antonio Torres Iriarte
Abogado y analista político

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