
Ransomware 2.0 eleva el riesgo operativo de empresas peruanas al secuestrar sistemas críticos
El ransomware evolucionó en Perú hacia el secuestro de procesos críticos, combinando cifrado, robo de datos e interrupción de servicios, lo que incrementa el riesgo operativo y reputacional de las empresas.
El impacto se intensifica en el cierre de año, cuando aumentan las transacciones digitales y los picos operativos en sectores como comercio, logística y finanzas.
Especialistas en ciberseguridad advierten que la continuidad del negocio depende ahora de una estrategia que integre prevención, detección temprana y respuesta probada.
¿Qué es el ransomware 2.0 y por qué representa un mayor riesgo?
El ransomware dejó de limitarse a la encriptación de archivos y ahora apunta a paralizar servicios esenciales.
Los atacantes bloquean sistemas clave y presionan a las organizaciones mediante extorsión doble: cifrado de información y amenaza de publicación de datos sensibles.
Esta modalidad amplía el daño más allá del entorno tecnológico y afecta directamente la operación y la reputación corporativa.
¿Por qué Perú figura entre los países más afectados de la región?
Diversos reportes de ciberseguridad ubican a Perú entre los cinco países latinoamericanos con más incidentes de ransomware.
El crecimiento se explica por la venta de accesos por intermediarios digitales, campañas de phishing dirigidas y niveles desiguales de madurez en controles preventivos.
Estas condiciones colocan a organizaciones de distintos tamaños en una situación de exposición elevada.
¿Por qué el cierre de año es un periodo crítico para los ciberataques?
El incremento de compras en línea, pagos digitales y operaciones intensivas amplía la superficie de ataque.
A esto se suman plantillas reducidas, cambios de turno y mayor volumen de solicitudes internas.
Este contexto facilita el robo de credenciales y la ejecución de ataques dirigidos.
¿Qué advierten los especialistas sobre la resiliencia operativa?
Luis Ladera, Director de Desarrollo de Negocios de DIMA, señala que los atacantes aprovechan estas ventanas operativas.
“Este contexto convierte al cierre de año en un momento especialmente crítico para reforzar la resiliencia operativa y los mecanismos de detección temprana. Esto exige a las empresas peruanas tener una visión de seguridad que vaya más allá del backup, incorporando segmentación, gestión de accesos y planes de recuperación probados”, afirma.
¿Qué medidas reducen el impacto del ransomware avanzado?
La ciberresiliencia se construye combinando tecnología, procesos y formación constante.
Entre las acciones recomendadas se encuentran:
- Involucrar al directorio en la gestión de riesgos digitales como un asunto estratégico.
- Segmentar redes críticas y aplicar accesos bajo mínimos privilegios con autenticación multifactor.
- Mantener respaldos aislados, inmutables y verificados mediante pruebas periódicas de restauración.
- Incorporar herramientas de detección y respuesta con inteligencia artificial y automatización.
- Contar con planes de respuesta a incidentes actualizados y simulados con regularidad.
- Proteger endpoints y monitorear alertas para detectar movimientos laterales y exfiltración.
- Capacitar de forma continua al personal frente a ataques de ingeniería social.
¿Qué implica esto para la continuidad del negocio en Perú?
La aplicación combinada de estas medidas no elimina el riesgo, pero reduce su probabilidad y acota el impacto operativo.
La detección anticipada abre ventanas de respuesta que permiten evitar paralizaciones prolongadas y pérdidas mayores.
La ciberseguridad deja de ser un soporte técnico y se consolida como un componente central de la continuidad empresarial.
¿Cuál es el siguiente paso para las empresas?
Invertir en defensa en profundidad y en capacidades de detección y respuesta se vuelve decisivo en temporadas de alta exposición.
Desde DIMA se brindan servicios de consultoría, soluciones integrales de ciberseguridad y servicios gestionados para acompañar a las empresas peruanas en el fortalecimiento de su resiliencia digital.